PRIMATES Y COSECHAS
Russell A Mittermeier y Matthew C Richardson
Una razón para la caza de primates es que a veces se consideran plagas agrícolas; para algunas especies africanas y asiáticas, esto puede representar una disminución importante de las poblaciones silvestres. El ejemplo más llamativo fue la operación llamada «monkey-drivers» patrocinada por el gobierno de Sierra Leona en África hace varios decenios. Once de las 15 especies de primates del país fueron disparadas o introducidas en redes de forma rutinaria y golpeadas hasta la muerte durante esas operaciones de control; sólo tres especies fueron consideradas inofensivas para los cultivos agrícolas. Según los registros del gobierno, aproximadamente 250.000 monos fueron destruidos en tales campañas entre 1949 y 1952, y éstos fueron sólo los que realmente se contaron. Se pagaban recompensas por las cabezas o colas de los primates, y no había ningún control sobre las especies que se mataban.
Las principales víctimas de las incursiones en los cultivos solieron ser las especies más adaptables y extendidas, como los babuinos que habitan en la sabana (Papio) en África y los macacos (Macaca spp.) en Asia, pero también hay casos de orangutanes (Pongo spp.) que son asesinados por incursionar en los árboles frutales y de gorilas (Gorilla) que son asesinados por destruir los cultivos. Las únicas especies neotropicales consideradas como plagas agrícolas son los capuchinos (Cebus y Sapajus), cuyos nombres comunes a veces reflejan sus hábitos de saqueo de cultivos. Por ejemplo, el nombre común del capuchino cabezón (Cebus macrocephalus) en Colombia es maicero y uno de los nombres surinameses del capuchino llorón (Cebus olivaceus) es nyan-karu mongi, ambos traducidos como «comedor de maíz».
Es difícil evaluar cuánto daño hacen realmente los primates a los cultivos en diferentes partes del mundo. Es igualmente difícil determinar cuán eficaces han sido los esfuerzos de lucha contra las plagas o en qué medida han contribuido a la disminución de las poblaciones de primates silvestres. Sin embargo, como los hábitat de los primates siguen siendo invadidos, lo que da lugar a la escasez de otras fuentes de alimentos, es probable que las especies de primates más adaptables sigan atacando los cultivos y tal vez lleguen a depender más de ellos como fuente de alimentos. Esto, desafortunadamente, probablemente resultará en un aumento del conflicto entre el hombre y los primates no humanos.
REFERENCIA
Mittermeier RA, Richardson MC (2013) Conservation of Primate Populations. Encycl Biodivers Second Ed 4:250–260.