Archivo por meses: febrero 2025

Historia del Rescate de una Bebé Mono Nocturno

Historia del Rescate de una Bebé Mono Nocturno
Ariel Rodríguez-Vargas
Proyecto Primates Panamá

El miércoles 18 de febrero de 2025, una historia de esperanza y compromiso con la vida silvestre comenzó en Los Barriales, una comunidad del corregimiento de Los Algarrobos en Santiago de Veraguas, Panamá. Ese día, un joven lugareño encontró a un bebé mono nocturno (Aotus zonalis) tirado en el suelo, junto a una palma podrida que había caído recientemente. Era alrededor de las 11 de la mañana cuando un muchacho observó cómo la madre del pequeño huía tras el desplome de palma. A pesar de esperar por algún tiempo, la madre no regresó, y preocupado por la seguridad del frágil bebé, decidió llevarlo consigo para protegerlo. De inmediato hizo contacto con MiAmbiente de Veraguas para el rescate seguro.

El hallazgo ocurrió en un bosque de galería, un ecosistema crítico y altamente fragmentado en esta región. El bebé, aún con el cordón umbilical, fue encontrado en una zona vulnerable donde los monos nocturnos enfrentan constantes amenazas debido a la pérdida de ese hábitat. Este pequeño primate, bautizada como «Cupcake», fue llevado a la doctora veterinaria Kathia Guerra, quien le dió los primeros cuidados profesionales al pequeño primate.

Durante un par de días, la doctora Kathia se encargó de brindarle los primeros cuidados necesarios para asegurar su bienestar y preparar la criatura para ser trasladada a David, Chiriquí. El viernes 21 de febrero, Cupcake fue entregada a la Dra. Mercedes Evans, una veterinaria con gran experiencia en el rescate de fauna silvestre de la ciudad de David.

El rescate y traslado fueron coordinados por Vayron De Gracia, un biólogo del Ministerio de Ambiente (MiAmbiente), quien supervisó el proceso para garantizar que el pequeño recibiera atención profesional adecuada. La Dra. Mercedes asumió entonces la responsabilidad de cuidar a Cupcake, proporcionándole alimentación especializada y un ambiente seguro mientras se evalúa su capacidad para ser reintroducido eventualmente a su hábitat natural.

Este caso destaca la difícil realidad que enfrentan los monos nocturnos en regiones como Los Barriales. Estos primates habitan en estos pequeños fragmentos de bosques que quedan y que son áreas que están siendo rápidamente degradadas por actividades humanas y donde no hay certeza que dichos bosques se conservarán a largo plazo. Cupcake o Metzi (Diosa de la Luna) como la hemos bautizado es hasta la fecha el registro más occidental en el Pacífico de Panamá en el rango de distribución de la especie en el istmo de Panamá. Así, Veraguas se convierte en un importante sitio nacional para la conservación de los monos nocturnos, ya que con este nuevo hecho hay 16 registros verificados por la comunidad científica (ver artículo sobre monos nocturnos de Ortega et al. 2022).

La historia de Cupcake sirve para recordarnos la importancia de proteger estos ecosistemas y las especies que dependen de ellos. Gracias a la intervención rápida del joven que lo encontró, al apoyo de personas como Kathia, al profesionalismo de la Dra. Mercedes y al liderazgo de Vayron, este pequeño mono nocturno tiene una nueva oportunidad de vida.

Su rescate también refleja el valor de la colaboración entre comunidades locales, profesionales y autoridades ambientales para preservar la biodiversidad panameña.

Hoy 26 de febrero a 8 días del rescate “Cupcake” sigue creciendo saludable bajo el cuidado de la Doctora Evans y sus colaboradores. Hay esperanza en medio de la tragedia inicial de una monita nocturna y familia en Veraguas. Hagamos la labor humana requerida, restauremos los bosques del país. Fotos: Dra. Kathia Guerra y Dra. Mercedes Evans

Hoy 26 de febrero a 8 días del rescate “Cupcake” sigue creciendo saludable bajo el cuidado de la Doctora Evans y sus colaboradores.

Estudio etológico de monos araña colorados (Ateles) en Panamá

Comportamiento de los Monos Araña Rojos en Panamá

C. R. CARPENTER
Journal of Mammalogy, Vol. 16, No. 3 (Ago., 1935), pp. 171-180

Objetivo del estudio

El propósito general de la investigación descrita en este documento fue complementar el conocimiento existente sobre las actividades y relaciones sociales de los primates no humanos que viven en condiciones naturales. Se eligieron los monos araña rojos (Ateles geoffroyi Kuhl) como sujetos de estudio, en línea con investigaciones previas realizadas sobre los monos aulladores (Carpenter, 1934). Se buscó recopilar datos suficientes con miras a realizar estudios comparativos en el futuro sobre distintos tipos de primates del Nuevo y Viejo Mundo.

Metodología y sitio de estudio

Los datos observacionales que sustentan este informe fueron recolectados durante dos expediciones en la región de Coto, en el occidente de Panamá. Se invirtieron un total de 48 días en el bosque, logrando en varias ocasiones realizar observaciones diarias y casi continuas de grupos o subgrupos de monos araña.

  • La primera expedición se llevó a cabo del 1 al 26 de junio de 1932.
  • La segunda expedición tuvo lugar del 18 de febrero al 12 de marzo de 1933.

Ubicación y biodiversidad

El río La Vaca atraviesa la región de Coto, un área poco cartografiada y escasamente poblada situada en la frontera entre Panamá y Costa Rica. A lo largo del río, hacia las estribaciones montañosas, el bosque es denso y rico en fauna silvestre, casi libre de la presencia de cazadores.

En esta zona habitan especies como dantas, venados, jaguares, pumas, ocelotes, tayras, pecaríes, numerosos mamíferos pequeños y una gran variedad de aves. Además, se registraron cinco tipos de monos:

  1. Monos araña rojos (Ateles geoffroyi Kuhl) – Muy abundantes, posiblemente más de 200 por cada milla cuadrada.
  2. Monos capuchinos (Cebus capucinus) – Menos numerosos.
  3. Monos aulladores (Alouatta palliata palliata) – Poco comunes, raramente vistos, aunque se les escuchaba aullando a la distancia.
  4. Monos ardilla (Saimiri oerstedii oerstedii) – Bastante frecuentes en zonas de arbustos bajos.
  5. Titís (Oedipomidas geoffroyi) – Muy escasos. {Este registro se considera errado}

Un campamento fue establecido en 1932 en esta zona de densa y prístina biodiversidad y se volvió a ocupar en 1933.

Apoyo institucional y participantes

El Dr. Herbert C. Clark, del Instituto Gorgas, invitó al autor a unirse a la expedición en 1932. La misión fue iniciada, organizada y dirigida por el Dr. Clark, quien también ayudó en la logística del campamento del año siguiente.

El trabajo fue posible gracias al respaldo del Profesor Robert M. Yerkes, de los Laboratorios de Psicobiología Comparativa de la Universidad de Yale, así como a una beca del National Research Fellowship en Ciencias Biológicas y un financiamiento adicional del Comité de Investigación sobre Problemas de Sexo del National Research Council.

Se agradece el apoyo logístico de la United Fruit Company y la Chiriquí Land Company, a través de sus representantes, Sterling Blair y Kenneth Block.

Metodología de Observación

La observación se concentró en un sector del bosque cerca del campamento, el cual fue reservado exclusivamente para este estudio. Se decidió trabajar en un área reducida para conocerla bien y registrar con detalle el comportamiento de los monos, en vez de abarcar un territorio más amplio y desconocido.

Se delimitó un área conocida como el Cuadrante Yale, la cual fue cartografiada en detalle, incluyendo:

  • Árboles de alimentación
  • Árboles usados como dormideros
  • Áreas de descanso y juego de los monos
  • Senderos camuflados para desplazamiento y observación

Cuatro grandes grupos, con un total de aproximadamente 100 individuos, habitaban este sector del bosque, permitiendo una observación detallada.

Reacciones de los monos araña ante la presencia humana

Los monos araña presentan tres tipos de reacciones cuando se encuentran con humanos:

  1. Reacción agresiva o de «intimidación»:
    • Emiten ladridos fuertes.
    • Se acercan al observador.
    • Sacuden ramas y pueden arrojar objetos.
  2. Reacción de huida:
    • Después del primer contacto, el grupo se dispersa en subgrupos.
  3. Reacción de camuflaje o inmovilidad:
    • Monos que han sido perseguidos por cazadores aprenden a quedarse completamente inmóviles y en silencio, volviéndose difíciles de detectar.

También se observó que los monos araña rompen ramas y las dejan caer hacia los observadores, especialmente cuando estos se acercan demasiado. En ocasiones, sueltan excremento y orina en dirección a intrusos, lo que se interpreta como una conducta defensiva deliberada.

Alimentación y hábitos alimentarios

Los monos araña rojos son frugívoros, con un 90% de su dieta basada en frutas y nueces. Pueden subsistir largos períodos con solo una o dos especies de frutas en temporada. Algunas de las frutas clave en su dieta incluyen:

  • «Bogamani» (nuez moscada silvestre)
  • «Berba» y «berbacilla» (legumbres tipo frijol)
  • «Higo» y «higerón» (higos silvestres)
  • «Sandi», «guyava» (guayaba) y «cainito»

En menor medida, buscan larvas e insectos debajo de la corteza de los árboles, aunque no se encontró evidencia de que coman huevos o crías de aves.

Locomoción y desplazamiento

Los monos araña tienen un modo de locomoción altamente adaptado al desplazamiento arbóreo, similar al de los gibones. Se mueven utilizando las cuatro extremidades y la cola prensil, y frecuentemente se suspenden en el aire con los brazos extendidos.

Pueden saltar más de 30 pies (9 metros) de un árbol a otro y dejarse caer hasta 7 metros en caída libre antes de agarrarse a una rama inferior. Su velocidad de desplazamiento es similar a la de un humano caminando rápido.

Organización social

Los monos araña viven en grupos semi-nómadas, sin una estructura rígida. Se dividen en subgrupos temporales que se combinan y separan a lo largo del día, manteniéndose en contacto por vocalizaciones.

Se identificaron tres tipos de subgrupos:

  1. Grupos de machos
  2. Grupos de hembras con sus crías
  3. Grupos mixtos de ambos sexos

Los machos a veces se agrupan aparte, lo que es un rasgo distintivo de la organización social de los monos araña en comparación con los monos aulladores.

Reflexión sobre el Día Mundial de los Humedales 2025

DÍA MUNDIAL DE LOS HUMEDALES

Ariel Rodríguez-Vargas

Los humedales son el cuerpo húmedo del planeta, cuerpos de agua grandes y pequeños con abundante diversidad de especies. Los humedales sin dudas conectan continentes, culturas y especies. Desde el Pantanal en Sudamérica, donde los jaguares cazan entre enormes espejos de agua, hasta los Sundarbans en Bangladesh y la India, donde los tigres de Bengala nadan entre manglares salobres, estos ecosistemas no son solo paisajes: son ecosistemas con memorias líquidas de la Tierra. Albergan poco menos de la mitad de la diversidad biológica mundial, filtran el líquido vital, nos protegen de inundaciones severas y capturan más carbono que todos los bosques tropicales juntos. Son los reservorios del denominado carbono azul. Sin embargo, su nombre resuena hoy como un grito ahogado: en los últimos 50 años, hemos destruido el 35% de estos maravillosos espacios naturales. ¿Cómo podemos destruir lo que nos sostiene? Sirva el 2 de febrero el “Día Mundial de los Humedales” como un día de reflexión mientras recorremos los humedales más emblemáticos del planeta, para aprender y asumir compromiso generacional con el presente y con el futuro de estos maravillosos ecosistemas.

En las Américas, desde las aguas turquesas del Caribe hasta los confines de América del Sur, los humedales despliegan su vitalidad. El Pantanal, el humedal tropical más grande del mundo en Brasil, Paraguay y Bolivia, hogar de jaguares, osos hormigueros gigantes y guacamayos azules trazan la trama de la biodiversidad sudamericana. Más al norte, los Everglades de Florida con manatíes y caimanes, mientras en México, los Pantanos de Centla en Tabasco emergen como un Amazonas en miniatura. Sin embargo, las obras de infraestructura, la expansión agrícola, los incendios y la urbanización masiva los ahogan lentamente, recordándonos que incluso los gigantes ecológicos tienen puntos débiles. En Panamá también tenemos nuestros humedales: los manglares del Golfo de Chiriquí, Golfo de Montijo y Golfo de Panamá y los dos grandes humedales de aguas dulces, salobres y saladas como son San San Pond Sak y Damani Guariviara en el Caribe. Tenemos mil más incluyendo nuestros ríos y arrecifes de coral.

Los manglares de David son un patrimonio natural protegido de la provincia de Chiriquí. Foto: Benny Wilson.

África con sus oasis de vida en medio de sequías y conflictos eternos. El Delta del Okavango, en Botswana, transforma el desierto del Kalahari en un laberinto acuático donde grandes elefantes y leones beben bajo cielos infinitos y un paisaje alucinante. Al otro extremo del continente, las turberas de la Cuvette Centrale, en la cuenca del Congo, almacenan billones de toneladas de carbono bajo su suelo esponjoso, un tesoro climático amenazado por la explotación petrolera. Estos humedales no son solo ecosistemas: son el corazón mismo de comunidades que luchan por sobrevivir entre la indiferencia global, que se preocupa más por el arsenal bélico para auspiciar guerras y no en el presupuesto para la restauración de los ecosistemas que legaremos a las generaciones venideras.

Eurasia teje una red de humedales donde confluyen historia y fragilidad. Entre los estuarios del Ganges y Brahmaputra tenemos el mayor bosque de manglares del planeta que protegen de los rigurosos monzones cada vez más violentos. En Europa, las marismas de Doñana, en España, sirven de último bastión a lo poco que queda de fauna en Europa, pero que para colmo, se secan por pozos ilegales para cultivos exóticos. Más al este, las turberas del Gran Pantano de Vasyugán, en la Rusia siberiana, actúan como gigantescos acondicionadores del Ártico. Todos estos paisajes, testigos de civilizaciones y migraciones, hoy enfrentan un enemigo común: la voracidad humana que prioriza el progreso efímero sobre la permanencia ecológica.

La región Asia-Pacífico guarda humedales que son espejos de culturas milenarias. El Tonlé Sap en Camboya, un lago que vive al ritmo del río Mekong, sostiene a miles de pescadores, pero las represas río arriba amenazan su ciclo vital. En Australia, los humedales de Kakadu, albergan lagunas donde flotan nenúfares y leyendas ancestrales, aunque la minería de uranio está envenenando sus aguas. Nueva Zelanda protege el Firth of Thames, un estuario clave para aves playeras, mientras Japón ve desaparecer los arrozales de Tokio, por el crecimiento urbano cuasi infinito. En medio de todo esto la extinción hace su trabajo en silencio. Por todos lados parece que andamos con afán destructivo, que le llamamos desarrollo y crecimiento.

En las regiones polares y latitudes extremas, los humedales son guardianes del clima global. Estos ecosistemas, frágiles y remotos, son termómetros del planeta: su degradación no es sólo una pérdida local, sino una alarma que resuena en cada dirección de la rosa de los vientos del planeta. Si los humedales polares caen, el colapso climático será sencillamente arrollador.

Proteger los humedales del planeta no es un acto de romanticismo ecológico, sino de lucidez existencial. La verdadera amenaza existencial de los pueblos del mundo, no son las armas avanzadas de unos, si no la destrucción ecológica del planeta. En las aguas quietas de los humedales late el equilibrio climático, en sus raíces se esconde la medicina del mañana, en sus lodos se escriben las crónicas de civilizaciones pasadas. Si adoramos la vida, no podemos financiar la destrucción de los humedales. La esperanza, sin embargo, persiste en proyectos de restauración, en leyes que se endurecen, en comunidades que defienden sus lagunas como santuarios. Los humedales son la última frontera entre un planeta habitable y el caos. Su destino no es una casualidad, sino una elección. Y en esa elección, nos jugamos todo.

En el Día Mundial de los Humedales 2025 con el lema: “Proteger los humedales para nuestro futuro común”, invita a realizar acciones colectivas concretas a fin de conservar los humedales como ecosistemas fundamentales para un planeta sostenible. ¡Manos a la obra!

El autor es Presidente de Proyecto Primates Panamá