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Día Mundial de la Tierra 2025: «Nuestro Poder, Nuestro Planeta»

Día Mundial de la Tierra 2025: «Nuestro Poder, Nuestro Planeta»

Mensaje de Proyecto Primates Panamá

Este 22 de abril, el mundo celebra una vez más el Día Mundial de la Tierra, una fecha que nos invita a reflexionar y reafirmar nuestro compromiso con el planeta. Bajo el lema de este año, “Nuestro Poder, Nuestro Planeta”, se resalta el papel fundamental que juegan las personas en la defensa del medio ambiente y en la lucha contra el cambio climático.

A más de 50 años de su primera conmemoración, el Día de la Tierra se ha consolidado como una de las movilizaciones ambientales más importantes a nivel global. Sin embargo, el contexto actual exige mucho más que celebraciones simbólicas. El planeta enfrenta múltiples amenazas: aumento acelerado de las temperaturas, pérdida de biodiversidad, contaminación de suelos y océanos, deforestación, escasez de agua y fenómenos climáticos extremos que impactan a millones de personas cada año.

En Panamá, la situación no es ajena a esta crisis global. Seguimos perdiendo bosques a un ritmo alarmante, mientras actividades insostenibles, como la ganadería extensiva no tecnificada, siguen siendo financiadas por la banca con la anuencia explícita del Estado. Este modelo de desarrollo insostenible debe ser inadmisible en pleno siglo XXI. Los monocultivos extensivos, que carecen de compromisos claros con la creación de corredores biológicos, reservas naturales o medidas efectivas de restauración, tampoco representan un verdadero progreso. Por el contrario, perpetúan un legado de destrucción ambiental que compromete el futuro de las próximas generaciones.

Frente a esta realidad, reconocemos que los gobiernos, las empresas y las organizaciones tienen grandes responsabilidades. Sin embargo, ningún esfuerzo será suficiente si no contamos con el compromiso diario de cada individuo: hombres, mujeres y niños. Este 2025, el mensaje es claro: el verdadero cambio comienza en casa, en la escuela, en el barrio y en nuestras decisiones cotidianas . Cada persona tiene el poder de contribuir, con su ejemplo, a la construcción de una cultura de respeto y cuidado hacia la Madre Tierra.

Desde Proyecto Primates Panamá, rechazamos categóricamente la minería y cualquier actividad destructiva o contaminante que priorice el crecimiento económico a corto plazo, mientras destruye ecosistemas clave en el presente y compromete el futuro. Este tipo de prácticas, impulsadas bajo argumentos de aumentar el PIB, restan oportunidades y recursos a las próximas generaciones, perpetuando un modelo insostenible que ignora la Constitución, las leyes y los principios democráticos que ayudan a respetar consensos, tratados y visiones a largo plazo de país.

Instamos a todos los actores del país, especialmente a los ciudadanos, a asumir con firmeza y visión a largo plazo la responsabilidad de proteger nuestra naturaleza. La naturaleza no solo es nuestro hogar; es también la fuente de vida que nos sostiene.

El poder está en nuestras manos. Hagamos de este 2025 un punto de inflexión hacia un futuro más sostenible, justo y equitativo para todos.

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Dr. Ariel Rodríguez-Vargas
Presidente
Proyecto Primates Panamá

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Bosques Vivos, Primates Protegidos – Marzo: Mes de los Primates Neotropicales

Marzo: Mes de los Primates Neotropicales Bosques Vivos, Primates Protegidos”

Con el lema ‘Bosques Vivos, Primates Protegidos’ , damos inicio al Mes de los Primates Neotropicales, una iniciativa dedicada a destacar el papel esencial de los bosques como hogar vital no solo para los primates, sino también para innumerables especies que dependen de estos ecosistemas para sobrevivir. Al proteger los bosques, no solo salvaguardamos la vida silvestre, sino que también aseguramos el equilibrio natural que sustenta la biodiversidad, el clima y el bienestar de las comunidades humanas.

Los primates de los bosques neotropicales, cumplen un papel fundamental en su arquitectura y red de vida. Como dispersores de semillas, ayudan a la regeneración natural de los bosques, contribuyendo al equilibrio ecológico y a la mitigación del cambio climático. Sin ellos, muchas especies de árboles no podrían reproducirse, afectando directamente la estructura y composición de los bosques. Sin embargo, la deforestación, la fragmentación del hábitat y otras amenazas han puesto en riesgo sus poblaciones, lo que hace urgente reforzar los esfuerzos de conservación.

Los primates del Neotrópico se caracterizan por su gran diversidad de especies, adaptadas a distintos ambientes de la región. Presentan una amplia variedad de comportamientos sociales, desde grupos familiares liderados por una pareja dominante hasta sociedades más complejas con jerarquías establecidas. Son mayormente arborícolas y utilizan su agilidad, largas colas prensiles y extremidades especializadas para moverse entre los árboles. La estrecha relación entre los primates y los bosques hace que su protección sea interdependiente: sin bosques, los primates desaparecen, y sin primates, los bosques pierden una parte fundamental de su regeneración natural.

“Si protegemos los bosques, protegemos el futuro”, es el mensaje clave de esta campaña, que enfatiza que garantizar la existencia de los bosques neotropicales es un paso esencial para la conservación de la biodiversidad y el bienestar de las comunidades que dependen de estos ecosistemas.

A lo largo del mes, Proyecto Primates Panamá desarrollará diversas actividades educativas y de sensibilización. Entre ellas, destacan exposiciones, charlas, campañas en redes sociales y publicaciones en medios de comunicación, todas con el objetivo de generar conciencia sobre la relación directa entre la salud de los bosques y la protección de los primates.

Se invita a la ciudadanía, a instituciones y a la comunidad científica a sumarse a esta iniciativa, promoviendo prácticas sostenibles y apoyando esfuerzos que garanticen la conservación de los bosques tropicales.

Panamá, 1 de marzo de 2025 Sigue leyendo

Bosques nubosos y la biodiversidad en el Día de la Tierra

Bosques nubosos como islas de biodiversidad

Ariel Rodríguez-Vargas

En Panamá, los bosques nubosos no solo albergan una biodiversidad única, también son claves para nuestra seguridad hídrica y climática. Estos bosques no están desconectados de nuestra historia y tampoco de nuestro futuro. En la década de 1960, mientras Panamá aún dibujaba su mapa ecológico, un joven herpetólogo llamado Charles W. Myers se adentró en las montañas más remotas del país. Armado solo con brújula, cuadernos de campo y la sabiduría de guías locales, Myers documentó por primera vez esos bosques envueltos en niebla que hoy llamamos nubosos. En 1969, en la revista American Museum Novitates, los describió como “islas vivas de evolución”—reliquias de un mundo antiguo donde la biodiversidad se escribe en presente.

Medio siglo después, su intuición se ha convertido en evidencia científica, pues los bosques nubosos de Panamá son catedrales de vida. Albergan el 30% de las especies endémicas del país. Cada hectárea perdida borra interacciones únicas. Hay en cada espacio orquídeas polinizadas por insectos irrepetibles, helechos que solo brotan donde la niebla besa el suelo, hongos que resucitan troncos en descomposición.

Pero su valor trasciende la biología. Estos bosques son esponjas hidrológicas estratégicas. El denso follaje captura la humedad del aire y libera el 40% del agua a los ríos que abastecen a las plantas potabilizadoras, según datos hidrológicos del Ministerio de Ambiente. Ríos como el Chagres y cuencas que nacen en el Volcán Barú dependen grandemente de estos bosques. Además, cada hectárea absorbe hasta 300 toneladas por hectárea, según estimaciones técnicas recientes, superando a bosques de tierras bajas. En un país que se promociona como verde, esta capacidad no es solo ambiental, es estratégica.

Sin embargo, entre 2000 y 2024, hemos perdido 18% de su cobertura. La agricultura de café de altura o cafés especiales, hortalizas y otros rubros, impulsada por mercados que priorizan el precio sobre la integridad ecológica, devasta o desnaturaliza los bosques de tierras altas y destruye la biodiversidad asociada. Solo el 26% de estos bosques están protegidos. Corredores vitales como la Serranía de Cañazas (Veraguas) o Cerro Santiago, hogar de jaguares y robles milenarios, carecen de protección legal. Cerro Punta, con sus bosques nubosos y suelos fértiles por el legado del bosque y las cenizas volcánicas, no solo es una joya ecológica, sino también un hogar para personas que han defendido históricamente ese entorno. Una de ellas es Damaris Sánchez Samudio, que ha trabajado por la conservación local durante años. En Boquete, Ezequiel Miranda se ha destacado como defensor ambiental comprometido. Con gente como ellos, no perdemos la esperanza de que los bosques nubosos pueden recuperarse.

La esperanza no es un discurso, debe ser acción. En Cerro Campana, proyectos de restauración han recuperado el 70% de la funcionalidad hídrica en una década. El bosque puede regenerarse, pero necesita compromiso multisectorial. No basta con áreas protegidas; urge integrar políticas de desarrollo sostenible, inversión en restauración y educación ciudadana.

El verdadero enemigo no es la motosierra, sino la indiferencia generacional. Subestimar estos ecosistemas y sus servicios ecosistémicos equivale a sabotear nuestras torres de control climático, bancos genéticos y fuentes de agua. Perderlos sería condenarnos a una pobreza no solo ecológica, sino también económica. No olvidar que el turismo científico y de naturaleza aporta el 10% del producto interno bruto (PIB).

Este 22 de abril de 2025, celebremos el Día de la Tierra con hechos. Desde apoyar iniciativas de reforestación hasta exigir regulaciones claras para salvar lo que falta. Sigamos el legado de Myers, tengamos curiosidad científica, respeto por lo ancestral y voluntad de actuar. Los bosques nubosos no son postales; son pulmones, semillas y raíces del futuro panameño. Cuidarlos es cuidarnos.

El autor es académico y presidente de Proyecto Primates Panamá.

Publicado en La Estrella de Panamá el 22 de abril de 2025 – Día del Tierra
https://www.laestrella.com.pa/opinion/columnistas/bosques-nubosos-como-islas-de-biodiversidad-AA11995522

Día Internacional de los Bosques – Alocución

Proyecto Primates Panamá

ALOCUCIÓN

21 DE MARZO – DÍA INTERNACIONAL DE LOS BOSQUES

Audio

En este Día Internacional de los Bosques, Proyecto Primates Panamá eleva su voz para recordar al mundo y a los panameños la esencia vital de los bosques para nuestro planeta. Estos ecosistemas, mucho más que simples recursos, son el epicentro de la biodiversidad, hogar de innumerables especies, reguladores climáticos y garantes de la salud global. Sin embargo, su valor intrínseco es ignorado por un modelo de desarrollo cortoplacista, impulsado por la irresponsabilidad, la ignorancia y la avaricia, que continúa diezmando estos ecosistemas irremplazables, comprometiendo así nuestro futuro.

Panamá, nación megadiversa, tiene una responsabilidad histórica y constitucional ineludible. Nuestra Constitución Política, las leyes forestales, las normas de protección de la biodiversidad y los compromisos internacionales no son meras declaraciones; son mandatos que exigen acción inmediata. No podemos permitir que la destrucción de nuestros bosques continúe, ya sea por acción directa o por omisión. La deforestación no es solo un crimen ambiental, sino un atentado directo contra nuestra propia supervivencia.

Resulta alarmante constatar que incluso nuestras áreas protegidas, destinadas a ser refugios seguros para la biodiversidad, son vulneradas por invasiones, desmontes ilegales y prácticas ganaderas extensivas anacrónicas, como si aún viviéramos en el siglo XIX, ignorando la importancia de la biodiversidad y su gestión sostenible. Estas prácticas devastan sitios de incalculable valor ecológico y cultural, incluyendo los Bosques Protectores de Darién y Bocas del Toro, el Parque Internacional La Amistad, el Corredor Biológico del Caribe, los bosques canaleros, las áreas protegidas de Darién, los últimos relictos de bosque en Azuero, los bosques de la Península de Burica y las selvas que rodean Portobelo, entre muchos otros.

Estos territorios son santuarios de vida silvestre, fuentes de agua, reguladores climáticos y pilares de la identidad cultural de comunidades indígenas y locales. Su destrucción no solo representa un fracaso institucional, sino una traición a las generaciones futuras, que merecen heredar un planeta habitable.

Los bosques tropicales de América, que concentran el 57% de los bosques tropicales del mundo según la FAO, demandan una cooperación regional y acción conjunta urgente. Sin embargo, la soberanía nacional se ha convertido en un obstáculo para su protección efectiva, y la falta de voluntad política ha reducido la causa ambiental a meros eslóganes, carentes de planes concretos y soluciones reales. Mientras los discursos proliferan, la protección de estos pulmones verdes es postergada indefinidamente.

Ante esta crisis, la educación ambiental se erige como un imperativo ético. Debemos formar ciudadanos críticos y líderes comprometidos, capaces de traducir las urgencias ecológicas en políticas públicas innovadoras y prácticas comunitarias responsables. Nuestro objetivo es claro: transformar la retórica en acción y convertir los bosques en símbolos de un desarrollo que respete los límites de la naturaleza. Hoy, más que nunca, debemos unirnos como sociedad global para preservar este legado, que es también un derecho de las generaciones futuras. No podemos permitir que la negligencia y la miopía humana continúen destruyendo lo que la naturaleza tardó millones de años en construir.

Por ello, hacemos un llamado firme y contundente a todos los panameños y al mundo: los bosques son innegociables. Su protección no es una opción, sino una obligación. Es hora de actuar, de defender nuestros bosques con leyes firmes, educación, voluntad política y acciones concretas. El futuro de la humanidad depende de ello. No hay tiempo que perder.

A pesar de todo, mantenemos la esperanza en que las nuevas generaciones asumirán el liderazgo que las anteriores no supieron enarbolar con la determinación y responsabilidad generacional que el momento exige.

A los que sí se han preocupado y han actuado de alguna manera, nuestro respeto y admiración y le instamos a seguir apoyando la conservación de los bosques, la biodiversidad y la calidad ambiental del planeta.

Muchas gracias.

Dr. Ariel Rodríguez-Vargas

Presidente

Proyecto Primates Panamá

David, 21 de marzo de 2025

Créditos de fotos: (Paisaje: Ariel Rodríguez-Vargas y Monos: Jorge Moisés Herrera)

Día Mundial de la Vida Silvestre 2025

Celebrando el Día Mundial de la Vida Silvestre

Ariel Rodríguez-Vargas

Proyecto Primates Panamá

El 3 de marzo se celebra el Día Mundial de la Vida Silvestre , una fecha que nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza y el papel crucial que desempeñamos como guardianes del planeta. En un mundo donde los ecosistemas enfrentan amenazas sin precedentes, es imperativo reconocer que la vida silvestre no solo embellece nuestro entorno, sino que también sostiene nuestra existencia. Desde el aire que respiramos hasta los alimentos que consumimos, cada aspecto de nuestra vida depende de la salud de estos sistemas vivos.

Hace unos años, durante una caminata por los bosques nubosos de Chiriquí, tuve la suerte de encontrarme cara a cara con un quetzal. Su plumaje iridiscente brillaba bajo los rayos del sol filtrados por la neblina, y en ese momento entendí lo que significa ser testigo de algo verdaderamente mágico. El quetzal no es solo un ave; es un símbolo vivo de los bosques que protege, una conexión entre culturas y territorios que une desde México hasta Panamá. Y aquí, en nuestro país, tenemos la suerte de albergar dos especies distintas: una en el occidente del istmo y otra en Darién. Dos especies, dos Reservas de la Biosfera, La Amistad y Darién, y una sola responsabilidad compartida de cuidarlas.

Pero el quetzal no está solo. En Panamá conviven jaguares que cruzan sigilosamente las selvas, águilas arpías que vigilan desde las copas de los árboles, monos aulladores que llenan el amanecer con sus llamados profundos y almendros de montaña que son refugio y hogar para muchas especies, incluyendo las majestuosas guacamayas. Los manglares, esos gigantes silenciosos, protegen nuestras costas mientras dan cobijo a peces, crustáceos y aves migratorias. ¿Se han detenido alguna vez a pensar cuántas vidas dependen de estos ecosistemas? ¿Cuántas historias están tejidas en cada rincón de nuestra biodiversidad?

Sin embargo, esta riqueza no está exenta de amenazas. La deforestación, la contaminación, el cambio climático y la sobre-explotación de los recursos están poniendo en peligro el equilibrio frágil que sostiene a todas estas especies. Según datos de la ONU, más de un millón de especies están en riesgo de extinción debido a la actividad humana. Esto no es solo un número alarmante; es un recordatorio de que el tiempo para actuar es ahora.

¿Qué pasaría si mañana los bosques nubosos de La Amistad quedaran en silencio? ¿O si los manglares que protegen nuestras costas desaparecieran bajo el peso del desarrollo insostenible? ¿Realmente queremos ser la generación que permitió eso? No se trata de una lucha entre los humanos y la vida silvestre. Más bien, debemos asumir nuestro rol como garantes de un equilibrio que nos beneficia a todos. Porque, al final, la vida silvestre no es solo su hogar; es también el nuestro.

Este 3 de marzo quiero invitarlos a empoderarnos como ciudadanos y agentes de cambio. ¿Cómo podemos contribuir? A través del conocimiento, la educación y la acción. Insto a todos, gobiernos locales, nacionales y regionales, organizaciones y comunidades, a participar en jornadas de autoinstrucción, talleres, seminarios y programas de voluntariado que promuevan el valor de la biodiversidad. Pero también a hacerlo en casa, en nuestras familias y con nuestros amigos. Recuerdo que, cuando era niño, mis padres me enseñaron a identificar los cantos y sonido de los animales en el entorno. Esa simple lección despertó en mí una curiosidad que nunca se apagó. Hoy, más que nunca, estamos obligados a transmitir esa misma pasión a las nuevas generaciones. Como bien señala la ONU, invertir en la educación ambiental de los jóvenes es una inversión invaluable para el futuro.

En Panamá, tenemos una ventaja única: somos custodios de una biodiversidad excepcional. Pero con este privilegio viene una gran responsabilidad. Debemos asegurarnos de que nuestras políticas públicas, prácticas empresariales y comportamientos individuales estén alineados con la protección de la naturaleza. Esto incluye fortalecer las áreas protegidas, promover prácticas agrícolas sostenibles, regular el uso de recursos naturales y fomentar la investigación científica sobre especies vulnerables.

Además, debemos recordar que la conservación no es tarea exclusiva de los gobiernos o las organizaciones ambientales. Cada uno de nosotros tiene un papel protagónico que desempeñar. Desde reducir el consumo de plásticos hasta apoyar iniciativas locales de reforestación, cada acción cuenta. Podemos ser voluntarios en programas de monitoreo de fauna, participar en campañas de limpieza de playas o simplemente educarnos sobre las especies que comparten nuestro entorno. La clave está en actuar con conciencia y compromiso.

Este 3 de marzo, mientras celebramos el Día Mundial de la Vida Silvestre, me gustaría imaginar un Panamá donde nuestros nietos puedan caminar por los bosques y sentir el mismo asombro que sentimos nosotros al ver un quetzal o escuchar el rugido distante de un jaguar. Ese futuro depende de lo que hagamos hoy. Y créanme, vale la pena intentarlo.

Hagamos de Panamá un modelo de conservación, donde la vida silvestre sea celebrada, protegida y valorada en toda su magnificencia. Porque, al final, la vida silvestre no es solo su hogar; es también el nuestro.
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Publicado en La Estrella de Panamá el 3 de marzo de 2025.

Historia del Rescate de una Bebé Mono Nocturno

Historia del Rescate de una Bebé Mono Nocturno
Ariel Rodríguez-Vargas
Proyecto Primates Panamá

El miércoles 18 de febrero de 2025, una historia de esperanza y compromiso con la vida silvestre comenzó en Los Barriales, una comunidad del corregimiento de Los Algarrobos en Santiago de Veraguas, Panamá. Ese día, un joven lugareño encontró a un bebé mono nocturno (Aotus zonalis) tirado en el suelo, junto a una palma podrida que había caído recientemente. Era alrededor de las 11 de la mañana cuando un muchacho observó cómo la madre del pequeño huía tras el desplome de palma. A pesar de esperar por algún tiempo, la madre no regresó, y preocupado por la seguridad del frágil bebé, decidió llevarlo consigo para protegerlo. De inmediato hizo contacto con MiAmbiente de Veraguas para el rescate seguro.

El hallazgo ocurrió en un bosque de galería, un ecosistema crítico y altamente fragmentado en esta región. El bebé, aún con el cordón umbilical, fue encontrado en una zona vulnerable donde los monos nocturnos enfrentan constantes amenazas debido a la pérdida de ese hábitat. Este pequeño primate, bautizada como «Cupcake», fue llevado a la doctora veterinaria Kathia Guerra, quien le dió los primeros cuidados profesionales al pequeño primate.

Durante un par de días, la doctora Kathia se encargó de brindarle los primeros cuidados necesarios para asegurar su bienestar y preparar la criatura para ser trasladada a David, Chiriquí. El viernes 21 de febrero, Cupcake fue entregada a la Dra. Mercedes Evans, una veterinaria con gran experiencia en el rescate de fauna silvestre de la ciudad de David.

El rescate y traslado fueron coordinados por Vayron De Gracia, un biólogo del Ministerio de Ambiente (MiAmbiente), quien supervisó el proceso para garantizar que el pequeño recibiera atención profesional adecuada. La Dra. Mercedes asumió entonces la responsabilidad de cuidar a Cupcake, proporcionándole alimentación especializada y un ambiente seguro mientras se evalúa su capacidad para ser reintroducido eventualmente a su hábitat natural.

Este caso destaca la difícil realidad que enfrentan los monos nocturnos en regiones como Los Barriales. Estos primates habitan en estos pequeños fragmentos de bosques que quedan y que son áreas que están siendo rápidamente degradadas por actividades humanas y donde no hay certeza que dichos bosques se conservarán a largo plazo. Cupcake o Metzi (Diosa de la Luna) como la hemos bautizado es hasta la fecha el registro más occidental en el Pacífico de Panamá en el rango de distribución de la especie en el istmo de Panamá. Así, Veraguas se convierte en un importante sitio nacional para la conservación de los monos nocturnos, ya que con este nuevo hecho hay 16 registros verificados por la comunidad científica (ver artículo sobre monos nocturnos de Ortega et al. 2022).

La historia de Cupcake sirve para recordarnos la importancia de proteger estos ecosistemas y las especies que dependen de ellos. Gracias a la intervención rápida del joven que lo encontró, al apoyo de personas como Kathia, al profesionalismo de la Dra. Mercedes y al liderazgo de Vayron, este pequeño mono nocturno tiene una nueva oportunidad de vida.

Su rescate también refleja el valor de la colaboración entre comunidades locales, profesionales y autoridades ambientales para preservar la biodiversidad panameña.

Hoy 26 de febrero a 8 días del rescate “Cupcake” sigue creciendo saludable bajo el cuidado de la Doctora Evans y sus colaboradores. Hay esperanza en medio de la tragedia inicial de una monita nocturna y familia en Veraguas. Hagamos la labor humana requerida, restauremos los bosques del país. Fotos: Dra. Kathia Guerra y Dra. Mercedes Evans

Hoy 26 de febrero a 8 días del rescate “Cupcake” sigue creciendo saludable bajo el cuidado de la Doctora Evans y sus colaboradores.

Estudio etológico de monos araña colorados (Ateles) en Panamá

Comportamiento de los Monos Araña Rojos en Panamá

C. R. CARPENTER
Journal of Mammalogy, Vol. 16, No. 3 (Ago., 1935), pp. 171-180

Objetivo del estudio

El propósito general de la investigación descrita en este documento fue complementar el conocimiento existente sobre las actividades y relaciones sociales de los primates no humanos que viven en condiciones naturales. Se eligieron los monos araña rojos (Ateles geoffroyi Kuhl) como sujetos de estudio, en línea con investigaciones previas realizadas sobre los monos aulladores (Carpenter, 1934). Se buscó recopilar datos suficientes con miras a realizar estudios comparativos en el futuro sobre distintos tipos de primates del Nuevo y Viejo Mundo.

Metodología y sitio de estudio

Los datos observacionales que sustentan este informe fueron recolectados durante dos expediciones en la región de Coto, en el occidente de Panamá. Se invirtieron un total de 48 días en el bosque, logrando en varias ocasiones realizar observaciones diarias y casi continuas de grupos o subgrupos de monos araña.

  • La primera expedición se llevó a cabo del 1 al 26 de junio de 1932.
  • La segunda expedición tuvo lugar del 18 de febrero al 12 de marzo de 1933.

Ubicación y biodiversidad

El río La Vaca atraviesa la región de Coto, un área poco cartografiada y escasamente poblada situada en la frontera entre Panamá y Costa Rica. A lo largo del río, hacia las estribaciones montañosas, el bosque es denso y rico en fauna silvestre, casi libre de la presencia de cazadores.

En esta zona habitan especies como dantas, venados, jaguares, pumas, ocelotes, tayras, pecaríes, numerosos mamíferos pequeños y una gran variedad de aves. Además, se registraron cinco tipos de monos:

  1. Monos araña rojos (Ateles geoffroyi Kuhl) – Muy abundantes, posiblemente más de 200 por cada milla cuadrada.
  2. Monos capuchinos (Cebus capucinus) – Menos numerosos.
  3. Monos aulladores (Alouatta palliata palliata) – Poco comunes, raramente vistos, aunque se les escuchaba aullando a la distancia.
  4. Monos ardilla (Saimiri oerstedii oerstedii) – Bastante frecuentes en zonas de arbustos bajos.
  5. Titís (Oedipomidas geoffroyi) – Muy escasos. {Este registro se considera errado}

Un campamento fue establecido en 1932 en esta zona de densa y prístina biodiversidad y se volvió a ocupar en 1933.

Apoyo institucional y participantes

El Dr. Herbert C. Clark, del Instituto Gorgas, invitó al autor a unirse a la expedición en 1932. La misión fue iniciada, organizada y dirigida por el Dr. Clark, quien también ayudó en la logística del campamento del año siguiente.

El trabajo fue posible gracias al respaldo del Profesor Robert M. Yerkes, de los Laboratorios de Psicobiología Comparativa de la Universidad de Yale, así como a una beca del National Research Fellowship en Ciencias Biológicas y un financiamiento adicional del Comité de Investigación sobre Problemas de Sexo del National Research Council.

Se agradece el apoyo logístico de la United Fruit Company y la Chiriquí Land Company, a través de sus representantes, Sterling Blair y Kenneth Block.

Metodología de Observación

La observación se concentró en un sector del bosque cerca del campamento, el cual fue reservado exclusivamente para este estudio. Se decidió trabajar en un área reducida para conocerla bien y registrar con detalle el comportamiento de los monos, en vez de abarcar un territorio más amplio y desconocido.

Se delimitó un área conocida como el Cuadrante Yale, la cual fue cartografiada en detalle, incluyendo:

  • Árboles de alimentación
  • Árboles usados como dormideros
  • Áreas de descanso y juego de los monos
  • Senderos camuflados para desplazamiento y observación

Cuatro grandes grupos, con un total de aproximadamente 100 individuos, habitaban este sector del bosque, permitiendo una observación detallada.

Reacciones de los monos araña ante la presencia humana

Los monos araña presentan tres tipos de reacciones cuando se encuentran con humanos:

  1. Reacción agresiva o de «intimidación»:
    • Emiten ladridos fuertes.
    • Se acercan al observador.
    • Sacuden ramas y pueden arrojar objetos.
  2. Reacción de huida:
    • Después del primer contacto, el grupo se dispersa en subgrupos.
  3. Reacción de camuflaje o inmovilidad:
    • Monos que han sido perseguidos por cazadores aprenden a quedarse completamente inmóviles y en silencio, volviéndose difíciles de detectar.

También se observó que los monos araña rompen ramas y las dejan caer hacia los observadores, especialmente cuando estos se acercan demasiado. En ocasiones, sueltan excremento y orina en dirección a intrusos, lo que se interpreta como una conducta defensiva deliberada.

Alimentación y hábitos alimentarios

Los monos araña rojos son frugívoros, con un 90% de su dieta basada en frutas y nueces. Pueden subsistir largos períodos con solo una o dos especies de frutas en temporada. Algunas de las frutas clave en su dieta incluyen:

  • «Bogamani» (nuez moscada silvestre)
  • «Berba» y «berbacilla» (legumbres tipo frijol)
  • «Higo» y «higerón» (higos silvestres)
  • «Sandi», «guyava» (guayaba) y «cainito»

En menor medida, buscan larvas e insectos debajo de la corteza de los árboles, aunque no se encontró evidencia de que coman huevos o crías de aves.

Locomoción y desplazamiento

Los monos araña tienen un modo de locomoción altamente adaptado al desplazamiento arbóreo, similar al de los gibones. Se mueven utilizando las cuatro extremidades y la cola prensil, y frecuentemente se suspenden en el aire con los brazos extendidos.

Pueden saltar más de 30 pies (9 metros) de un árbol a otro y dejarse caer hasta 7 metros en caída libre antes de agarrarse a una rama inferior. Su velocidad de desplazamiento es similar a la de un humano caminando rápido.

Organización social

Los monos araña viven en grupos semi-nómadas, sin una estructura rígida. Se dividen en subgrupos temporales que se combinan y separan a lo largo del día, manteniéndose en contacto por vocalizaciones.

Se identificaron tres tipos de subgrupos:

  1. Grupos de machos
  2. Grupos de hembras con sus crías
  3. Grupos mixtos de ambos sexos

Los machos a veces se agrupan aparte, lo que es un rasgo distintivo de la organización social de los monos araña en comparación con los monos aulladores.

Reflexión sobre el Día Mundial de los Humedales 2025

DÍA MUNDIAL DE LOS HUMEDALES

Ariel Rodríguez-Vargas

Los humedales son el cuerpo húmedo del planeta, cuerpos de agua grandes y pequeños con abundante diversidad de especies. Los humedales sin dudas conectan continentes, culturas y especies. Desde el Pantanal en Sudamérica, donde los jaguares cazan entre enormes espejos de agua, hasta los Sundarbans en Bangladesh y la India, donde los tigres de Bengala nadan entre manglares salobres, estos ecosistemas no son solo paisajes: son ecosistemas con memorias líquidas de la Tierra. Albergan poco menos de la mitad de la diversidad biológica mundial, filtran el líquido vital, nos protegen de inundaciones severas y capturan más carbono que todos los bosques tropicales juntos. Son los reservorios del denominado carbono azul. Sin embargo, su nombre resuena hoy como un grito ahogado: en los últimos 50 años, hemos destruido el 35% de estos maravillosos espacios naturales. ¿Cómo podemos destruir lo que nos sostiene? Sirva el 2 de febrero el “Día Mundial de los Humedales” como un día de reflexión mientras recorremos los humedales más emblemáticos del planeta, para aprender y asumir compromiso generacional con el presente y con el futuro de estos maravillosos ecosistemas.

En las Américas, desde las aguas turquesas del Caribe hasta los confines de América del Sur, los humedales despliegan su vitalidad. El Pantanal, el humedal tropical más grande del mundo en Brasil, Paraguay y Bolivia, hogar de jaguares, osos hormigueros gigantes y guacamayos azules trazan la trama de la biodiversidad sudamericana. Más al norte, los Everglades de Florida con manatíes y caimanes, mientras en México, los Pantanos de Centla en Tabasco emergen como un Amazonas en miniatura. Sin embargo, las obras de infraestructura, la expansión agrícola, los incendios y la urbanización masiva los ahogan lentamente, recordándonos que incluso los gigantes ecológicos tienen puntos débiles. En Panamá también tenemos nuestros humedales: los manglares del Golfo de Chiriquí, Golfo de Montijo y Golfo de Panamá y los dos grandes humedales de aguas dulces, salobres y saladas como son San San Pond Sak y Damani Guariviara en el Caribe. Tenemos mil más incluyendo nuestros ríos y arrecifes de coral.

Los manglares de David son un patrimonio natural protegido de la provincia de Chiriquí. Foto: Benny Wilson.

África con sus oasis de vida en medio de sequías y conflictos eternos. El Delta del Okavango, en Botswana, transforma el desierto del Kalahari en un laberinto acuático donde grandes elefantes y leones beben bajo cielos infinitos y un paisaje alucinante. Al otro extremo del continente, las turberas de la Cuvette Centrale, en la cuenca del Congo, almacenan billones de toneladas de carbono bajo su suelo esponjoso, un tesoro climático amenazado por la explotación petrolera. Estos humedales no son solo ecosistemas: son el corazón mismo de comunidades que luchan por sobrevivir entre la indiferencia global, que se preocupa más por el arsenal bélico para auspiciar guerras y no en el presupuesto para la restauración de los ecosistemas que legaremos a las generaciones venideras.

Eurasia teje una red de humedales donde confluyen historia y fragilidad. Entre los estuarios del Ganges y Brahmaputra tenemos el mayor bosque de manglares del planeta que protegen de los rigurosos monzones cada vez más violentos. En Europa, las marismas de Doñana, en España, sirven de último bastión a lo poco que queda de fauna en Europa, pero que para colmo, se secan por pozos ilegales para cultivos exóticos. Más al este, las turberas del Gran Pantano de Vasyugán, en la Rusia siberiana, actúan como gigantescos acondicionadores del Ártico. Todos estos paisajes, testigos de civilizaciones y migraciones, hoy enfrentan un enemigo común: la voracidad humana que prioriza el progreso efímero sobre la permanencia ecológica.

La región Asia-Pacífico guarda humedales que son espejos de culturas milenarias. El Tonlé Sap en Camboya, un lago que vive al ritmo del río Mekong, sostiene a miles de pescadores, pero las represas río arriba amenazan su ciclo vital. En Australia, los humedales de Kakadu, albergan lagunas donde flotan nenúfares y leyendas ancestrales, aunque la minería de uranio está envenenando sus aguas. Nueva Zelanda protege el Firth of Thames, un estuario clave para aves playeras, mientras Japón ve desaparecer los arrozales de Tokio, por el crecimiento urbano cuasi infinito. En medio de todo esto la extinción hace su trabajo en silencio. Por todos lados parece que andamos con afán destructivo, que le llamamos desarrollo y crecimiento.

En las regiones polares y latitudes extremas, los humedales son guardianes del clima global. Estos ecosistemas, frágiles y remotos, son termómetros del planeta: su degradación no es sólo una pérdida local, sino una alarma que resuena en cada dirección de la rosa de los vientos del planeta. Si los humedales polares caen, el colapso climático será sencillamente arrollador.

Proteger los humedales del planeta no es un acto de romanticismo ecológico, sino de lucidez existencial. La verdadera amenaza existencial de los pueblos del mundo, no son las armas avanzadas de unos, si no la destrucción ecológica del planeta. En las aguas quietas de los humedales late el equilibrio climático, en sus raíces se esconde la medicina del mañana, en sus lodos se escriben las crónicas de civilizaciones pasadas. Si adoramos la vida, no podemos financiar la destrucción de los humedales. La esperanza, sin embargo, persiste en proyectos de restauración, en leyes que se endurecen, en comunidades que defienden sus lagunas como santuarios. Los humedales son la última frontera entre un planeta habitable y el caos. Su destino no es una casualidad, sino una elección. Y en esa elección, nos jugamos todo.

En el Día Mundial de los Humedales 2025 con el lema: “Proteger los humedales para nuestro futuro común”, invita a realizar acciones colectivas concretas a fin de conservar los humedales como ecosistemas fundamentales para un planeta sostenible. ¡Manos a la obra!

El autor es Presidente de Proyecto Primates Panamá

Evaluación de la Situación de los Primates en el Mundo

Ariel Rodríguez Vargas
Director General de Proyecto Primates Panamá

Los primates, considerados «iconos de la conservación», desempeñan roles esenciales en los ecosistemas tropicales y subtropicales, no solo por su contribución a la biodiversidad, sino también por su estrecha relación evolutiva con los humanos. Sin embargo, enfrentan una crisis sin precedentes debido a actividades humanas insostenibles. A continuación, se analiza su diversidad, estado de conservación, amenazas y perspectivas futuras.

Diversidad y Distribución

El orden de los primates incluye 502 especies reconocidas, distribuidas en dos subórdenes: Strepsirhini (140 especies, como lémures y loris) y Haplorhini (362 especies, como monos, simios y tarseros). La familia más diversa es Cercopithecidae (153 especies), seguida por Pitheciidae y Callitrichidae en América del Sur. Geográficamente, se concentran en los bosques tropicales y subtropicales de tres regiones biogeográficas: Neotropical (América), Afrotropical (África) y Indomalaya (Asia). Solo tres especies habitan bosques templados, como el macaco japonés (Macaca fuscata).

Los primates dependen principalmente de bosques húmedos tropicales y subtropicales (81.6% de las especies), aunque algunos usan sabanas, manglares o áreas modificadas por humanos. Madagascar, con su alta endemicidad, alberga el 27.9% de las especies de Strepsirhini, mientras que Asia y África destacan por su diversidad de simios y monos.

Estado de Conservación

Según la Lista Roja de la UICN (2020), el 60.5% de las 468 especies evaluadas están amenazadas:

  • 14.5% En Peligro Crítico (68 especies).
  • 27.3% En Peligro (128 especies).
  • 18.6% Vulnerables (87 especies).
    Además, dos especies están extintas: el lémur perezoso gigante (
    Palaeopropithecus ingens) y el mono jamaiquino (Xenothrix megregori), ambas víctimas de la actividad humana.

Países críticos: Madagascar lidera con 22 especies en Peligro Crítico, seguido por Indonesia (9), Brasil (9) y Vietnam (7). En el Neotrópico, Colombia y Panamá reportan especies emblemáticas como el tití cabeciblanco (Saguinus oedipus) y el mono ardilla centroamericano (Saimiri oerstedii), clasificadas en peligro desde los años 70.

Amenazas Principales

  1. Pérdida de Hábitat: La agricultura, ganadería, minería y expansión urbana destruyen bosques a tasas alarmantes. Entre 2010-2015, Sudamérica y África Central perdieron el 0.24% y 0.36% de sus bosques anuales, respectivamente. Solo el 20% de los bosques tropicales están protegidos.
  2. Caza y Tráfico: El 62.8% de las especies son objetivo de caza para alimento, mascotismo o medicina tradicional. El comercio internacional sigue activo, con exportaciones legales e ilegales desde África, Asia y América.
  3. Cambio Climático: Afecta la disponibilidad de recursos y aumenta la frecuencia de eventos extremos, exacerbando la vulnerabilidad de poblaciones ya fragmentadas.
  4. Agricultura Industrial: Plantaciones de palma aceitera en Indonesia y África destruyen hábitats y aumentan la caza furtiva en bordes forestales.

Esfuerzos de Conservación

  • Evaluaciones Globales: La UICN, junto al Grupo de Especialistas en Primates, monitorea especies mediante la Lista Roja. Sin embargo, el 4.7% de las especies carecen de datos suficientes para su clasificación.
  • Acuerdos Internacionales: Los Objetivos de Aichi y el ODS 15 buscan proteger ecosistemas terrestres y detener la extinción. Aunque metas como la protección del 17% de áreas terrestres para 2020 no se cumplieron globalmente, regiones como Asia Oriental han incrementado sus bosques.
  • Ciencia Ciudadana: Iniciativas como Proyecto Primates Panamá involucran a comunidades locales en el monitoreo de especies, combinando tecnología y participación social.

Perspectivas Futuras

La supervivencia de los primates depende de acciones urgentes:

  1. Protección de Hábitats: Ampliar y gestionar eficazmente áreas protegidas, especialmente en África Occidental y Centroamérica, donde menos del 10% de los bosques están resguardados.
  2. Combate al Tráfico: Fortalecer leyes y cooperación internacional para reducir la demanda de primates como mascotas o productos.
  3. Restauración Ecológica: Recuperar corredores biológicos en bosques fragmentados para mantener flujos genéticos.
  4. Investigación y Educación: Priorizar estudios en especies con datos insuficientes y promover educación ambiental para reducir la caza y el consumo.

Conclusión

Los primates enfrentan un riesgo existencial: sin una intervención inmediata, muchas especies desaparecerán en décadas. Su conservación no solo preserva la biodiversidad, sino que protege ecosistemas vitales para el equilibrio climático y el bienestar humano. La integración de agendas globales, ciencia local y participación comunitaria es clave para revertir esta crisis. Como señala el documento, «si la sociedad no protege a los primates, tampoco salvaguardará la biodiversidad asociada a ellos».

REFERENCIA

Rodríguez-Vargas, A. R. (2020). Ecology and Conservation of the World’s Primates. En W. Leal Filho et al. (Eds.), Life on Land. Encyclopedia of the UN Sustainable Development Goals (pp. 1-19). Springer Nature Switzerland AG. https://doi.org/10.1007/978-3-319-71065-5_139-1

Mono nocturno (Aotus zonalis) en el Parque Natural Metropolitano, Ciudad de Panamá. Foto: Jorge Moisés Herrera.