David: Ecosistema de manglar amenazado
Ariel Rodríguez-Vargas
La Alianza Global para los Manglares acaba de publicar una obra denominada «Incluir el conocimiento ecológico local en la conservación y restauración de manglares: Una guía de mejores prácticas para profesionales e investigadores». Dicha guía tiene 114 autores de 50 organizaciones o instituciones, reconociendo con ello a actores locales que tienen información que muchas veces nunca se publica, mucho menos en obras de alcance global. Que no decir de la persona lugareña o la persona usuaria asidua del manglar. Su conocimiento no es recopilado por nadie o si se hace es de manera muy marginal. Sirva esta publicación para reflexionar, aprender y para denunciar el pretendido Puerto Barú, en David, Chiriquí.
Esta publicación aparece en el mejor momento, ya que hoy muchos científicos, la sociedad civil y los tomadores de decisión buscamos revertir a toda costa los efectos de la destrucción ambiental en el planeta, del cual los manglares no han escapado a dicha vorágine nefasta. Sin embargo y paradójicamente, mientras unos intentamos detener los efectos destructivos de un desarrollo improvisado e irresponsable sobre los manglares en el mundo, otra gente con afanes netamente mercantilistas pretenden pasar por encima de todo y actuar contra los Manglares de David, que son parte del gran conjunto de manglares del mundo.
Paradójicamente el Ministerio de Ambiente (MiAmbiente) junto a organizaciones empresariales e incluso académicas de la provincia de Chiriquí impulsan un puerto grande con un acceso por un estero de 31 kilómetros de largo donde la escasa profundidad natural del agua es notoria y las adecuaciones requeridas para un puerto grande, desnaturalizarían o destruirían significativamente las condiciones ecológicas del estero y todo el ecosistema asociado y adyacente. En esto hay una especulación grande y muchas ambiciones juntas, que apuestan que en un estero revuelto habrá ganancia de pescadores, aunque sea un área protegida. No apuestan al largo plazo, apuestan a las cajas registradoras del corto plazo. Para ellos el manglar y sus esteros son escollos a superar con el nihilismo de sus ambiciones.
El denominado Proyecto Puerto Barú es evidentemente contrario al objetivo de creación del área protegida denominada Manglares de David creada por el Acuerdo Municipal 021 del 6 de junio de 2007 y que por su imposición viola toda norma de conservación pretendida y soslaya principios del Acuerdo de Escazú, que establece que para proyectos planteados sobre áreas protegidas se debe tener información sobre lugares alternativos que no pongan en jaque la integridad ecológica de un ecosistema con alto valor de conservación y que es la razón de existencia de un área protegida. El Golfo de Chiriquí tiene otros puntos alternativos para puertos de alto calado y puertos turísticos. No se vale ignorar las alternativas, bajo ningún pretexto. Un país no puede dejarse imponer proyectos. El Estado debe dar las alternativas si tiene políticas claras del uso sabio del territorio.
Varios estudios científicos y un Plan de Manejo que nunca ha sido adoptado y el propio Estudio de Impacto Ambiental del proyecto portuario demuestran que los Manglares de David tienen esteros y bosques, marismas, lagunas y playas con la presencia de una rica biodiversidad marino costera de incalculable valor para el país. Es un punto vital del reclutamiento de especies en el Golfo de Chiriquí. Su valor paisajístico para el turismo sosegado es incalculable. Lo que cabe de desarrollo portuario en esta zona debe limitarse a turismo sostenible y que los puertos de carga y de alto calado sean realizados en lugares con la profundidad natural para ello, que no están en los esteros de los manglares de David.
La viabilidad ambiental otorgada por el MiAmbiente para realizar este proyecto dentro del estero principal del sector este de esta área protegida oficial es falaz, ilegal e irresponsable desde todo punto de vida que no garantiza sostenibilidad sobre el ecosistema aludido. Es insensato e infantil insistir que dicho proyecto apenas si toca el área protegida, ignorando que no menos de 31 kilómetros de esteros son requeridos para adecuar un enorme canal de navegación que requiere de dragado de fondo para calados de 11 metros de manera permanente, con las obvias consecuencias ambientales sinérgicas a corto, mediano y largo que ello implicaría.
Vale recordar que un manglar como ecosistema no es una maqueta de elementos inertes, no conectados entre sí. Todo lo contrario, es un conjunto de elementos naturales y condiciones físicas del terreno, de los canales, bahías internas, de las costas, del suelo que llega de la cuenca y de las condiciones químicas del agua y del substrato influido por el régimen de agua salina, salobre y dulce que se conjugan en lo que todos conocemos como manglares con toda la biota que contiene con la diversidad de especies y en biomasa, junto a una red de energía y vida que configuran uno de los ecosistemas más productivos en el planeta. En otras palabras, un manglar consiste no sólo de los árboles de mangle, si no la confluencia directa con el estuario, que es una parte del gran ecosistema complejo denominado manglar. El estuario no está separado del bosque de mangle, si no que en su conjunto conforman ese rico humedal marino costero.
No se puede concebir un ecosistema de manglar sin los espejos de agua con el gradiente de salinidad que lo caracteriza. Una parte fundamental de este ecosistema son los fondos lodosos arenosos que se configuran en substratos claves para la masa vegetal de especies de plantas adaptadas a estos entornos y a las especies animales que han coevolucionado en estos substratos, ya sea de fondo, de orilla o de la parte interna de los bosques de mangle en sí. Por tanto, todo el fondo del estero o estuario es parte de este ecosistema complejo y no puede ser separado por mero capricho o conveniencia de un burócrata de un ministerio o de un empresario. El desarrollo se planifica, no se improvisa para evitar la anarquía que genera consecuencias negativas para todos.
Los proyectos de puertos sostenibles son bienvenidos en Panamá, pero en los sitios adecuados para ello. El respeto a los tesoros naturales de un pueblo, es la paz. Que la obra sobre restauración de los manglares del mundo de la Alianza Global para los Manglares nos inspire a todos los panameños a defender este ecosistema, uniéndonos todos en las iniciativas de restauración ecológica y trabajando duro para evitar la desnaturalización y destrucción de la integridad ecológica de los manglares.
El autor es biólogo y Presidente de Proyecto Primates Panamá.
Publicado originalmente en La Estrella de Panamá el 24 de febrero de 2024