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Proyecto Primates Panamá

Poema: Voces de La Tierra

La naturaleza es mágica.

VOCES DE LA TIERRA

 

Melifluo canto del ave al alba despierta,
pintando el cielo con su
arrebol.
La vida brota, fresca y siempre abierta,
un don
inefable… ¡eterno destello al sol!

Iridiscencia en el lago sereno,
donde el sol teje sueños de cristal.
Mas si el aceite mancha su terreno,
pierde la luz su manto celestial.

¡Oh, serendipia! Hallazgo inesperado
al ver la flor que nace entre la grieta.
Inmarcesible, fuerte y arraigado,
el viejo roble a la tormenta reta.

Limerencia profunda y verdadera
late en el pecho al ver el bosque en flor.
La tierra clama con
elocuencia fiera:
«¡Soy vida efímera, guardad mi esplendor!».

Lo etéreo del musgo en la montaña,
lo
efímero del ala en el cantar…
Si el hombre olvida su esencial campaña,
¿quién podrá el mundo volver a sanar?

Que nuestra huella sea jempiterna:
promesa viva de guardar, crear.
¡Que la naturaleza, madre tierna,
viva por siempre bajo nuestro andar!

 

El espejismo del reemplazo del plástico

El espejismo del reemplazo del plástico

Ariel Rodríguez-Vargas
Presidente de Proyecto Primates Panamá

Publicado en La Estrella de Panamá (7 de junio de 2025)

Este 5 de junio de 2025, el mundo celebra el Día Mundial del Medio Ambiente bajo el lema «Sin contaminación por plásticos», un llamado urgente ante una crisis global. En Panamá, como en gran parte de América Latina, esta fecha trae campañas contra los plásticos de un solo uso, una problemática tangible que afecta la biota, los suelos, playas, ríos y manglares. Pero los datos revelan una verdad incómoda: los plásticos no son la causa principal, sino el síntoma más visible de un modelo de vida insostenible. Esta fecha debe motivar una reflexión profunda sobre las raíces de la crisis ambiental.

Panamá genera alrededor de 191,580 toneladas de residuos plásticos al año, liderando la producción per cápita en la región, según cifras actualizadas. Más del 88 % no se gestiona adecuadamente, y entre el 60 % y el 80 % de los residuos marinos son plásticos. Este diagnóstico ecológico es alarmante. Pese a políticas como la prohibición de bolsas plásticas (2019), hoy vemos su retorno masivo, incluso para empacar frutas o vegetales que antes no requerían empaque. Lejos de consolidar una cultura sostenible, se ha normalizado el consumo plástico sin plena conciencia de su impacto, generando una contradicción entre los discursos ambientales y las prácticas reales.

El primer espejismo radica en buscar alternativas como vidrio, madera, papel o bioplásticos sin cuestionar su origen ni el patrón de consumo. La evidencia muestra que una botella de vidrio requiere más energía y emisiones que una de plástico si no se reutiliza decenas de veces. Una bolsa de algodón necesita unos 20,000 usos para igualar la huella ecológica de una bolsa plástica convencional. El papel, por su parte, presiona a los bosques no certificados bajo criterios sostenibles, amenazando la biodiversidad. En todo esto surge un segundo espejismo: las llamadas bolsas plásticas “biodegradables”. Estudios técnicos confirman que, en climas tropicales como el nuestro, estas se fragmentan aceleradamente en microplásticos, contaminando suelos y aguas más rápido que los plásticos convencionales. Cambiar materiales sin transformar el modelo de usar y tirar es apenas un paliativo superficial.

En Centroamérica, países como Guatemala, Honduras y El Salvador comparten una misma dinámica de consumismo con creciente generación de residuos, reciclaje insuficiente y sistemas colapsados. Se han adoptado modelos de consumo industrializados sin contar con las estructuras necesarias para gestionar sus consecuencias. Por ello, los impactos ecosistémicos ya son medibles en toda la región. Tortugas marinas como la laúd o la carey confunden bolsas plásticas con medusas y mueren por obstrucción intestinal. Arrecifes están acumulando microplásticos que reducen su resiliencia frente al blanqueamiento coralino. Los manglares, ecosistemas clave para la reproducción marina, ven alterados sus ciclos de nutrientes por partículas sintéticas. Según monitoreos recientes, el 90 % de los peces comerciales del Pacífico panameño contienen microplásticos, partículas que ingresan a la cadena alimentaria humana con efectos aún no totalmente comprendidos.

Frente a esto, la acción ciudadana informada es vital. Rechazar, por ejemplo, los plásticos en carnicerías usando recipientes reutilizables, llevar bolsas de tela duraderas al supermercado (sin caer en comprar nuevas “biodegradables” en cada visita), y evitar cualquier empaque de un solo uso son pasos concretos. Ninguna bolsa es ecológica si se usa una sola vez.

La solución real exige avanzar hacia una economía circular. Urge reducir radicalmente el consumo; establecer normas contra empaques innecesarios, como el plástico en bananos y otras frutas o el empaquetado plástico doble; rediseñar productos para que sean duraderos y reparables; implementar sistemas de reutilización efectiva; y tratar el reciclaje como última opción, no como excusa para mantener una producción desechable.

El Estado debe fortalecer con urgencia la legislación, invertir en gestión integral de residuos y penalizar la producción desmedida. Pero la ciudadanía también tiene un rol esencial o clave, debe cuestionar la comodidad efímera, exigir transparencia corporativa y valorar lo duradero sobre lo descartable.

En este 2025, el mensaje del Día Mundial del Medio Ambiente debe trascender lo simbólico. No se trata de satanizar materiales, sino de transformar nuestra relación con el consumo. Panamá, como puente biológico global con ecosistemas críticos, enfrenta una disyuntiva histórica. La ciencia es clara, solo un cambio sistémico evitará que el plástico, como síntoma de un modelo fallido, siga degradando nuestra riqueza natural. El camino es colectivo. Con menos consumismo, más vida. Con menos empaques, más futuro con ecosistemas saneados.

Mensaje sobre el Día Internacional de la Diversidad Biológica

PROYECTO PRIMATES PANAMÁ

MENSAJE

DÍA INTERNACIONAL DE LA DIVERSIDAD BIOLÓGICA 2025

Armonía con la Naturaleza y Desarrollo Sostenible”

El 22 de mayo, al conmemorar el Día Internacional de la Diversidad Biológica 2025, nos unimos al llamado global lanzado por la ONU con el lema “Armonía con la Naturaleza y Desarrollo Sostenible”. En un momento en que el planeta tiene pérdida acelerada de especies y ecosistemas, esta fecha debe ser más que una ocasión simbólica. Es una invitación urgente a reflexionar y a actuar colectivamente como sociedad.

Vivimos tiempos en los que nuestras decisiones, tanto individuales como colectivas, tienen un impacto real en el presente y en el futuro. Según el informe del IPBES, las causas profundas de las crisis ambientales, como la degradación de los hábitats y la biota que nos sostiene también están estrechamente ligadas a nuestros sistemas sociales y económicos. Estos modelos han favorecido el consumo excesivo, la desigualdad y la explotación desmedida de la naturaleza, como si no hubiera un mañana. Sin embargo, el mismo informe nos recuerda que un cambio profundo es posible si transformamos nuestras formas de pensar, producir y convivir, colocando la vida como prioridad.

Panamá, reconocido por su extraordinaria riqueza natural, tiene un rol fundamental en este proceso. Nuestros ecosistemas sostienen una gran diversidad biológica, pero también reflejan los mismos desafíos que enfrenta el planeta entero que incluyen decisiones basadas en intereses a corto plazo y limitaciones en la gobernanza ambiental. Proteger la biodiversidad no es solo preservar especies, sino mejorar nuestra calidad de vida. La seguridad alimentaria, la disponibilidad de agua limpia, la prevención de desastres naturales, la salud pública, la generación de empleo local y la resiliencia ante el cambio climático están íntimamente relacionadas con ecosistemas sanos y funcionales. Por ejemplo, los bosques ayudan a regular el clima, purifican las aguas; las zonas costeras con manglares mitigan inundaciones, y los polinizadores sostienen nuestra agricultura. Son estos servicios ambientales y ecosistémicos los que sostienen indicadores esenciales de sostenibilidad.

A pesar de los obstáculos, hay motivos para la esperanza. En muchos lugares, tanto en Panamá como en otros países, comunidades organizadas han logrado restaurar bosques, proteger fuentes de agua, crear paisajes más saludables y proponer nuevas formas de economía. Estos logros muestran que es posible avanzar cuando se reconocen diversos saberes, como el conocimiento científico, el conocimiento local y el conocimiento indígena, y cuando se combinan con educación, innovación y voluntad política. El desafío está en ampliar estas experiencias, eliminar barreras como la falta de financiamiento o la desconexión entre políticas públicas y acciones en el territorio.

Desde Proyecto Primates Panamá, reafirmamos nuestro compromiso con la conservación de la biodiversidad mediante el trabajo en restauración de hábitats, monitoreo ecológico y sensibilización ciudadana. Pero sabemos que los cambios verdaderos solo ocurren cuando se suman muchas voluntades. Cada persona puede aportar desde su rol, reduciendo su huella ecológica, participando activamente en su comunidad, educando en valores de respeto hacia la naturaleza y exigiendo transparencia y responsabilidad a quienes toman decisiones.

El desarrollo sostenible no es una aspiración abstracta, es una necesidad urgente para garantizar el bienestar de las generaciones presentes y futuras. Vivir en armonía con la naturaleza implica reconstruir nuestras relaciones sociales, económicas y culturales bajo principios de equidad, respeto y cuidado. Que este Día Internacional de la Diversidad Biológica sea un punto de partida, no solo para celebrar lo que aún tenemos, sino para comprometernos, desde todos los sectores, a proteger lo que somos y todo lo que depende de nosotros. Un planeta sano y rebosante de biodiversidad debe ser nuestro legado.


MENSAJE DE PROYECTO PRIMATES PANAMA 2025

Día Mundial de la Tierra 2025: «Nuestro Poder, Nuestro Planeta»

Día Mundial de la Tierra 2025: «Nuestro Poder, Nuestro Planeta»

Mensaje de Proyecto Primates Panamá

Este 22 de abril, el mundo celebra una vez más el Día Mundial de la Tierra, una fecha que nos invita a reflexionar y reafirmar nuestro compromiso con el planeta. Bajo el lema de este año, “Nuestro Poder, Nuestro Planeta”, se resalta el papel fundamental que juegan las personas en la defensa del medio ambiente y en la lucha contra el cambio climático.

A más de 50 años de su primera conmemoración, el Día de la Tierra se ha consolidado como una de las movilizaciones ambientales más importantes a nivel global. Sin embargo, el contexto actual exige mucho más que celebraciones simbólicas. El planeta enfrenta múltiples amenazas: aumento acelerado de las temperaturas, pérdida de biodiversidad, contaminación de suelos y océanos, deforestación, escasez de agua y fenómenos climáticos extremos que impactan a millones de personas cada año.

En Panamá, la situación no es ajena a esta crisis global. Seguimos perdiendo bosques a un ritmo alarmante, mientras actividades insostenibles, como la ganadería extensiva no tecnificada, siguen siendo financiadas por la banca con la anuencia explícita del Estado. Este modelo de desarrollo insostenible debe ser inadmisible en pleno siglo XXI. Los monocultivos extensivos, que carecen de compromisos claros con la creación de corredores biológicos, reservas naturales o medidas efectivas de restauración, tampoco representan un verdadero progreso. Por el contrario, perpetúan un legado de destrucción ambiental que compromete el futuro de las próximas generaciones.

Frente a esta realidad, reconocemos que los gobiernos, las empresas y las organizaciones tienen grandes responsabilidades. Sin embargo, ningún esfuerzo será suficiente si no contamos con el compromiso diario de cada individuo: hombres, mujeres y niños. Este 2025, el mensaje es claro: el verdadero cambio comienza en casa, en la escuela, en el barrio y en nuestras decisiones cotidianas . Cada persona tiene el poder de contribuir, con su ejemplo, a la construcción de una cultura de respeto y cuidado hacia la Madre Tierra.

Desde Proyecto Primates Panamá, rechazamos categóricamente la minería y cualquier actividad destructiva o contaminante que priorice el crecimiento económico a corto plazo, mientras destruye ecosistemas clave en el presente y compromete el futuro. Este tipo de prácticas, impulsadas bajo argumentos de aumentar el PIB, restan oportunidades y recursos a las próximas generaciones, perpetuando un modelo insostenible que ignora la Constitución, las leyes y los principios democráticos que ayudan a respetar consensos, tratados y visiones a largo plazo de país.

Instamos a todos los actores del país, especialmente a los ciudadanos, a asumir con firmeza y visión a largo plazo la responsabilidad de proteger nuestra naturaleza. La naturaleza no solo es nuestro hogar; es también la fuente de vida que nos sostiene.

El poder está en nuestras manos. Hagamos de este 2025 un punto de inflexión hacia un futuro más sostenible, justo y equitativo para todos.

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Dr. Ariel Rodríguez-Vargas
Presidente
Proyecto Primates Panamá

Día Internacional de los Bosques – Alocución

Proyecto Primates Panamá

ALOCUCIÓN

21 DE MARZO – DÍA INTERNACIONAL DE LOS BOSQUES

Audio

En este Día Internacional de los Bosques, Proyecto Primates Panamá eleva su voz para recordar al mundo y a los panameños la esencia vital de los bosques para nuestro planeta. Estos ecosistemas, mucho más que simples recursos, son el epicentro de la biodiversidad, hogar de innumerables especies, reguladores climáticos y garantes de la salud global. Sin embargo, su valor intrínseco es ignorado por un modelo de desarrollo cortoplacista, impulsado por la irresponsabilidad, la ignorancia y la avaricia, que continúa diezmando estos ecosistemas irremplazables, comprometiendo así nuestro futuro.

Panamá, nación megadiversa, tiene una responsabilidad histórica y constitucional ineludible. Nuestra Constitución Política, las leyes forestales, las normas de protección de la biodiversidad y los compromisos internacionales no son meras declaraciones; son mandatos que exigen acción inmediata. No podemos permitir que la destrucción de nuestros bosques continúe, ya sea por acción directa o por omisión. La deforestación no es solo un crimen ambiental, sino un atentado directo contra nuestra propia supervivencia.

Resulta alarmante constatar que incluso nuestras áreas protegidas, destinadas a ser refugios seguros para la biodiversidad, son vulneradas por invasiones, desmontes ilegales y prácticas ganaderas extensivas anacrónicas, como si aún viviéramos en el siglo XIX, ignorando la importancia de la biodiversidad y su gestión sostenible. Estas prácticas devastan sitios de incalculable valor ecológico y cultural, incluyendo los Bosques Protectores de Darién y Bocas del Toro, el Parque Internacional La Amistad, el Corredor Biológico del Caribe, los bosques canaleros, las áreas protegidas de Darién, los últimos relictos de bosque en Azuero, los bosques de la Península de Burica y las selvas que rodean Portobelo, entre muchos otros.

Estos territorios son santuarios de vida silvestre, fuentes de agua, reguladores climáticos y pilares de la identidad cultural de comunidades indígenas y locales. Su destrucción no solo representa un fracaso institucional, sino una traición a las generaciones futuras, que merecen heredar un planeta habitable.

Los bosques tropicales de América, que concentran el 57% de los bosques tropicales del mundo según la FAO, demandan una cooperación regional y acción conjunta urgente. Sin embargo, la soberanía nacional se ha convertido en un obstáculo para su protección efectiva, y la falta de voluntad política ha reducido la causa ambiental a meros eslóganes, carentes de planes concretos y soluciones reales. Mientras los discursos proliferan, la protección de estos pulmones verdes es postergada indefinidamente.

Ante esta crisis, la educación ambiental se erige como un imperativo ético. Debemos formar ciudadanos críticos y líderes comprometidos, capaces de traducir las urgencias ecológicas en políticas públicas innovadoras y prácticas comunitarias responsables. Nuestro objetivo es claro: transformar la retórica en acción y convertir los bosques en símbolos de un desarrollo que respete los límites de la naturaleza. Hoy, más que nunca, debemos unirnos como sociedad global para preservar este legado, que es también un derecho de las generaciones futuras. No podemos permitir que la negligencia y la miopía humana continúen destruyendo lo que la naturaleza tardó millones de años en construir.

Por ello, hacemos un llamado firme y contundente a todos los panameños y al mundo: los bosques son innegociables. Su protección no es una opción, sino una obligación. Es hora de actuar, de defender nuestros bosques con leyes firmes, educación, voluntad política y acciones concretas. El futuro de la humanidad depende de ello. No hay tiempo que perder.

A pesar de todo, mantenemos la esperanza en que las nuevas generaciones asumirán el liderazgo que las anteriores no supieron enarbolar con la determinación y responsabilidad generacional que el momento exige.

A los que sí se han preocupado y han actuado de alguna manera, nuestro respeto y admiración y le instamos a seguir apoyando la conservación de los bosques, la biodiversidad y la calidad ambiental del planeta.

Muchas gracias.

Dr. Ariel Rodríguez-Vargas

Presidente

Proyecto Primates Panamá

David, 21 de marzo de 2025

Créditos de fotos: (Paisaje: Ariel Rodríguez-Vargas y Monos: Jorge Moisés Herrera)

Día Mundial de la Vida Silvestre 2025

Celebrando el Día Mundial de la Vida Silvestre

Ariel Rodríguez-Vargas

Proyecto Primates Panamá

El 3 de marzo se celebra el Día Mundial de la Vida Silvestre , una fecha que nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza y el papel crucial que desempeñamos como guardianes del planeta. En un mundo donde los ecosistemas enfrentan amenazas sin precedentes, es imperativo reconocer que la vida silvestre no solo embellece nuestro entorno, sino que también sostiene nuestra existencia. Desde el aire que respiramos hasta los alimentos que consumimos, cada aspecto de nuestra vida depende de la salud de estos sistemas vivos.

Hace unos años, durante una caminata por los bosques nubosos de Chiriquí, tuve la suerte de encontrarme cara a cara con un quetzal. Su plumaje iridiscente brillaba bajo los rayos del sol filtrados por la neblina, y en ese momento entendí lo que significa ser testigo de algo verdaderamente mágico. El quetzal no es solo un ave; es un símbolo vivo de los bosques que protege, una conexión entre culturas y territorios que une desde México hasta Panamá. Y aquí, en nuestro país, tenemos la suerte de albergar dos especies distintas: una en el occidente del istmo y otra en Darién. Dos especies, dos Reservas de la Biosfera, La Amistad y Darién, y una sola responsabilidad compartida de cuidarlas.

Pero el quetzal no está solo. En Panamá conviven jaguares que cruzan sigilosamente las selvas, águilas arpías que vigilan desde las copas de los árboles, monos aulladores que llenan el amanecer con sus llamados profundos y almendros de montaña que son refugio y hogar para muchas especies, incluyendo las majestuosas guacamayas. Los manglares, esos gigantes silenciosos, protegen nuestras costas mientras dan cobijo a peces, crustáceos y aves migratorias. ¿Se han detenido alguna vez a pensar cuántas vidas dependen de estos ecosistemas? ¿Cuántas historias están tejidas en cada rincón de nuestra biodiversidad?

Sin embargo, esta riqueza no está exenta de amenazas. La deforestación, la contaminación, el cambio climático y la sobre-explotación de los recursos están poniendo en peligro el equilibrio frágil que sostiene a todas estas especies. Según datos de la ONU, más de un millón de especies están en riesgo de extinción debido a la actividad humana. Esto no es solo un número alarmante; es un recordatorio de que el tiempo para actuar es ahora.

¿Qué pasaría si mañana los bosques nubosos de La Amistad quedaran en silencio? ¿O si los manglares que protegen nuestras costas desaparecieran bajo el peso del desarrollo insostenible? ¿Realmente queremos ser la generación que permitió eso? No se trata de una lucha entre los humanos y la vida silvestre. Más bien, debemos asumir nuestro rol como garantes de un equilibrio que nos beneficia a todos. Porque, al final, la vida silvestre no es solo su hogar; es también el nuestro.

Este 3 de marzo quiero invitarlos a empoderarnos como ciudadanos y agentes de cambio. ¿Cómo podemos contribuir? A través del conocimiento, la educación y la acción. Insto a todos, gobiernos locales, nacionales y regionales, organizaciones y comunidades, a participar en jornadas de autoinstrucción, talleres, seminarios y programas de voluntariado que promuevan el valor de la biodiversidad. Pero también a hacerlo en casa, en nuestras familias y con nuestros amigos. Recuerdo que, cuando era niño, mis padres me enseñaron a identificar los cantos y sonido de los animales en el entorno. Esa simple lección despertó en mí una curiosidad que nunca se apagó. Hoy, más que nunca, estamos obligados a transmitir esa misma pasión a las nuevas generaciones. Como bien señala la ONU, invertir en la educación ambiental de los jóvenes es una inversión invaluable para el futuro.

En Panamá, tenemos una ventaja única: somos custodios de una biodiversidad excepcional. Pero con este privilegio viene una gran responsabilidad. Debemos asegurarnos de que nuestras políticas públicas, prácticas empresariales y comportamientos individuales estén alineados con la protección de la naturaleza. Esto incluye fortalecer las áreas protegidas, promover prácticas agrícolas sostenibles, regular el uso de recursos naturales y fomentar la investigación científica sobre especies vulnerables.

Además, debemos recordar que la conservación no es tarea exclusiva de los gobiernos o las organizaciones ambientales. Cada uno de nosotros tiene un papel protagónico que desempeñar. Desde reducir el consumo de plásticos hasta apoyar iniciativas locales de reforestación, cada acción cuenta. Podemos ser voluntarios en programas de monitoreo de fauna, participar en campañas de limpieza de playas o simplemente educarnos sobre las especies que comparten nuestro entorno. La clave está en actuar con conciencia y compromiso.

Este 3 de marzo, mientras celebramos el Día Mundial de la Vida Silvestre, me gustaría imaginar un Panamá donde nuestros nietos puedan caminar por los bosques y sentir el mismo asombro que sentimos nosotros al ver un quetzal o escuchar el rugido distante de un jaguar. Ese futuro depende de lo que hagamos hoy. Y créanme, vale la pena intentarlo.

Hagamos de Panamá un modelo de conservación, donde la vida silvestre sea celebrada, protegida y valorada en toda su magnificencia. Porque, al final, la vida silvestre no es solo su hogar; es también el nuestro.
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Publicado en La Estrella de Panamá el 3 de marzo de 2025.

Bosques Vivos, Primates Protegidos – Marzo: Mes de los Primates Neotropicales

Marzo: Mes de los Primates Neotropicales Bosques Vivos, Primates Protegidos”

Con el lema ‘Bosques Vivos, Primates Protegidos’ , damos inicio al Mes de los Primates Neotropicales, una iniciativa dedicada a destacar el papel esencial de los bosques como hogar vital no solo para los primates, sino también para innumerables especies que dependen de estos ecosistemas para sobrevivir. Al proteger los bosques, no solo salvaguardamos la vida silvestre, sino que también aseguramos el equilibrio natural que sustenta la biodiversidad, el clima y el bienestar de las comunidades humanas.

Los primates de los bosques neotropicales, cumplen un papel fundamental en su arquitectura y red de vida. Como dispersores de semillas, ayudan a la regeneración natural de los bosques, contribuyendo al equilibrio ecológico y a la mitigación del cambio climático. Sin ellos, muchas especies de árboles no podrían reproducirse, afectando directamente la estructura y composición de los bosques. Sin embargo, la deforestación, la fragmentación del hábitat y otras amenazas han puesto en riesgo sus poblaciones, lo que hace urgente reforzar los esfuerzos de conservación.

Los primates del Neotrópico se caracterizan por su gran diversidad de especies, adaptadas a distintos ambientes de la región. Presentan una amplia variedad de comportamientos sociales, desde grupos familiares liderados por una pareja dominante hasta sociedades más complejas con jerarquías establecidas. Son mayormente arborícolas y utilizan su agilidad, largas colas prensiles y extremidades especializadas para moverse entre los árboles. La estrecha relación entre los primates y los bosques hace que su protección sea interdependiente: sin bosques, los primates desaparecen, y sin primates, los bosques pierden una parte fundamental de su regeneración natural.

“Si protegemos los bosques, protegemos el futuro”, es el mensaje clave de esta campaña, que enfatiza que garantizar la existencia de los bosques neotropicales es un paso esencial para la conservación de la biodiversidad y el bienestar de las comunidades que dependen de estos ecosistemas.

A lo largo del mes, Proyecto Primates Panamá desarrollará diversas actividades educativas y de sensibilización. Entre ellas, destacan exposiciones, charlas, campañas en redes sociales y publicaciones en medios de comunicación, todas con el objetivo de generar conciencia sobre la relación directa entre la salud de los bosques y la protección de los primates.

Se invita a la ciudadanía, a instituciones y a la comunidad científica a sumarse a esta iniciativa, promoviendo prácticas sostenibles y apoyando esfuerzos que garanticen la conservación de los bosques tropicales.

Panamá, 1 de marzo de 2025 Sigue leyendo

Estudio etológico de monos araña colorados (Ateles) en Panamá

Comportamiento de los Monos Araña Rojos en Panamá

C. R. CARPENTER
Journal of Mammalogy, Vol. 16, No. 3 (Ago., 1935), pp. 171-180

Objetivo del estudio

El propósito general de la investigación descrita en este documento fue complementar el conocimiento existente sobre las actividades y relaciones sociales de los primates no humanos que viven en condiciones naturales. Se eligieron los monos araña rojos (Ateles geoffroyi Kuhl) como sujetos de estudio, en línea con investigaciones previas realizadas sobre los monos aulladores (Carpenter, 1934). Se buscó recopilar datos suficientes con miras a realizar estudios comparativos en el futuro sobre distintos tipos de primates del Nuevo y Viejo Mundo.

Metodología y sitio de estudio

Los datos observacionales que sustentan este informe fueron recolectados durante dos expediciones en la región de Coto, en el occidente de Panamá. Se invirtieron un total de 48 días en el bosque, logrando en varias ocasiones realizar observaciones diarias y casi continuas de grupos o subgrupos de monos araña.

  • La primera expedición se llevó a cabo del 1 al 26 de junio de 1932.
  • La segunda expedición tuvo lugar del 18 de febrero al 12 de marzo de 1933.

Ubicación y biodiversidad

El río La Vaca atraviesa la región de Coto, un área poco cartografiada y escasamente poblada situada en la frontera entre Panamá y Costa Rica. A lo largo del río, hacia las estribaciones montañosas, el bosque es denso y rico en fauna silvestre, casi libre de la presencia de cazadores.

En esta zona habitan especies como dantas, venados, jaguares, pumas, ocelotes, tayras, pecaríes, numerosos mamíferos pequeños y una gran variedad de aves. Además, se registraron cinco tipos de monos:

  1. Monos araña rojos (Ateles geoffroyi Kuhl) – Muy abundantes, posiblemente más de 200 por cada milla cuadrada.
  2. Monos capuchinos (Cebus capucinus) – Menos numerosos.
  3. Monos aulladores (Alouatta palliata palliata) – Poco comunes, raramente vistos, aunque se les escuchaba aullando a la distancia.
  4. Monos ardilla (Saimiri oerstedii oerstedii) – Bastante frecuentes en zonas de arbustos bajos.
  5. Titís (Oedipomidas geoffroyi) – Muy escasos. {Este registro se considera errado}

Un campamento fue establecido en 1932 en esta zona de densa y prístina biodiversidad y se volvió a ocupar en 1933.

Apoyo institucional y participantes

El Dr. Herbert C. Clark, del Instituto Gorgas, invitó al autor a unirse a la expedición en 1932. La misión fue iniciada, organizada y dirigida por el Dr. Clark, quien también ayudó en la logística del campamento del año siguiente.

El trabajo fue posible gracias al respaldo del Profesor Robert M. Yerkes, de los Laboratorios de Psicobiología Comparativa de la Universidad de Yale, así como a una beca del National Research Fellowship en Ciencias Biológicas y un financiamiento adicional del Comité de Investigación sobre Problemas de Sexo del National Research Council.

Se agradece el apoyo logístico de la United Fruit Company y la Chiriquí Land Company, a través de sus representantes, Sterling Blair y Kenneth Block.

Metodología de Observación

La observación se concentró en un sector del bosque cerca del campamento, el cual fue reservado exclusivamente para este estudio. Se decidió trabajar en un área reducida para conocerla bien y registrar con detalle el comportamiento de los monos, en vez de abarcar un territorio más amplio y desconocido.

Se delimitó un área conocida como el Cuadrante Yale, la cual fue cartografiada en detalle, incluyendo:

  • Árboles de alimentación
  • Árboles usados como dormideros
  • Áreas de descanso y juego de los monos
  • Senderos camuflados para desplazamiento y observación

Cuatro grandes grupos, con un total de aproximadamente 100 individuos, habitaban este sector del bosque, permitiendo una observación detallada.

Reacciones de los monos araña ante la presencia humana

Los monos araña presentan tres tipos de reacciones cuando se encuentran con humanos:

  1. Reacción agresiva o de «intimidación»:
    • Emiten ladridos fuertes.
    • Se acercan al observador.
    • Sacuden ramas y pueden arrojar objetos.
  2. Reacción de huida:
    • Después del primer contacto, el grupo se dispersa en subgrupos.
  3. Reacción de camuflaje o inmovilidad:
    • Monos que han sido perseguidos por cazadores aprenden a quedarse completamente inmóviles y en silencio, volviéndose difíciles de detectar.

También se observó que los monos araña rompen ramas y las dejan caer hacia los observadores, especialmente cuando estos se acercan demasiado. En ocasiones, sueltan excremento y orina en dirección a intrusos, lo que se interpreta como una conducta defensiva deliberada.

Alimentación y hábitos alimentarios

Los monos araña rojos son frugívoros, con un 90% de su dieta basada en frutas y nueces. Pueden subsistir largos períodos con solo una o dos especies de frutas en temporada. Algunas de las frutas clave en su dieta incluyen:

  • «Bogamani» (nuez moscada silvestre)
  • «Berba» y «berbacilla» (legumbres tipo frijol)
  • «Higo» y «higerón» (higos silvestres)
  • «Sandi», «guyava» (guayaba) y «cainito»

En menor medida, buscan larvas e insectos debajo de la corteza de los árboles, aunque no se encontró evidencia de que coman huevos o crías de aves.

Locomoción y desplazamiento

Los monos araña tienen un modo de locomoción altamente adaptado al desplazamiento arbóreo, similar al de los gibones. Se mueven utilizando las cuatro extremidades y la cola prensil, y frecuentemente se suspenden en el aire con los brazos extendidos.

Pueden saltar más de 30 pies (9 metros) de un árbol a otro y dejarse caer hasta 7 metros en caída libre antes de agarrarse a una rama inferior. Su velocidad de desplazamiento es similar a la de un humano caminando rápido.

Organización social

Los monos araña viven en grupos semi-nómadas, sin una estructura rígida. Se dividen en subgrupos temporales que se combinan y separan a lo largo del día, manteniéndose en contacto por vocalizaciones.

Se identificaron tres tipos de subgrupos:

  1. Grupos de machos
  2. Grupos de hembras con sus crías
  3. Grupos mixtos de ambos sexos

Los machos a veces se agrupan aparte, lo que es un rasgo distintivo de la organización social de los monos araña en comparación con los monos aulladores.

Reflexión sobre el Día Mundial de los Humedales 2025

DÍA MUNDIAL DE LOS HUMEDALES

Ariel Rodríguez-Vargas

Los humedales son el cuerpo húmedo del planeta, cuerpos de agua grandes y pequeños con abundante diversidad de especies. Los humedales sin dudas conectan continentes, culturas y especies. Desde el Pantanal en Sudamérica, donde los jaguares cazan entre enormes espejos de agua, hasta los Sundarbans en Bangladesh y la India, donde los tigres de Bengala nadan entre manglares salobres, estos ecosistemas no son solo paisajes: son ecosistemas con memorias líquidas de la Tierra. Albergan poco menos de la mitad de la diversidad biológica mundial, filtran el líquido vital, nos protegen de inundaciones severas y capturan más carbono que todos los bosques tropicales juntos. Son los reservorios del denominado carbono azul. Sin embargo, su nombre resuena hoy como un grito ahogado: en los últimos 50 años, hemos destruido el 35% de estos maravillosos espacios naturales. ¿Cómo podemos destruir lo que nos sostiene? Sirva el 2 de febrero el “Día Mundial de los Humedales” como un día de reflexión mientras recorremos los humedales más emblemáticos del planeta, para aprender y asumir compromiso generacional con el presente y con el futuro de estos maravillosos ecosistemas.

En las Américas, desde las aguas turquesas del Caribe hasta los confines de América del Sur, los humedales despliegan su vitalidad. El Pantanal, el humedal tropical más grande del mundo en Brasil, Paraguay y Bolivia, hogar de jaguares, osos hormigueros gigantes y guacamayos azules trazan la trama de la biodiversidad sudamericana. Más al norte, los Everglades de Florida con manatíes y caimanes, mientras en México, los Pantanos de Centla en Tabasco emergen como un Amazonas en miniatura. Sin embargo, las obras de infraestructura, la expansión agrícola, los incendios y la urbanización masiva los ahogan lentamente, recordándonos que incluso los gigantes ecológicos tienen puntos débiles. En Panamá también tenemos nuestros humedales: los manglares del Golfo de Chiriquí, Golfo de Montijo y Golfo de Panamá y los dos grandes humedales de aguas dulces, salobres y saladas como son San San Pond Sak y Damani Guariviara en el Caribe. Tenemos mil más incluyendo nuestros ríos y arrecifes de coral.

Los manglares de David son un patrimonio natural protegido de la provincia de Chiriquí. Foto: Benny Wilson.

África con sus oasis de vida en medio de sequías y conflictos eternos. El Delta del Okavango, en Botswana, transforma el desierto del Kalahari en un laberinto acuático donde grandes elefantes y leones beben bajo cielos infinitos y un paisaje alucinante. Al otro extremo del continente, las turberas de la Cuvette Centrale, en la cuenca del Congo, almacenan billones de toneladas de carbono bajo su suelo esponjoso, un tesoro climático amenazado por la explotación petrolera. Estos humedales no son solo ecosistemas: son el corazón mismo de comunidades que luchan por sobrevivir entre la indiferencia global, que se preocupa más por el arsenal bélico para auspiciar guerras y no en el presupuesto para la restauración de los ecosistemas que legaremos a las generaciones venideras.

Eurasia teje una red de humedales donde confluyen historia y fragilidad. Entre los estuarios del Ganges y Brahmaputra tenemos el mayor bosque de manglares del planeta que protegen de los rigurosos monzones cada vez más violentos. En Europa, las marismas de Doñana, en España, sirven de último bastión a lo poco que queda de fauna en Europa, pero que para colmo, se secan por pozos ilegales para cultivos exóticos. Más al este, las turberas del Gran Pantano de Vasyugán, en la Rusia siberiana, actúan como gigantescos acondicionadores del Ártico. Todos estos paisajes, testigos de civilizaciones y migraciones, hoy enfrentan un enemigo común: la voracidad humana que prioriza el progreso efímero sobre la permanencia ecológica.

La región Asia-Pacífico guarda humedales que son espejos de culturas milenarias. El Tonlé Sap en Camboya, un lago que vive al ritmo del río Mekong, sostiene a miles de pescadores, pero las represas río arriba amenazan su ciclo vital. En Australia, los humedales de Kakadu, albergan lagunas donde flotan nenúfares y leyendas ancestrales, aunque la minería de uranio está envenenando sus aguas. Nueva Zelanda protege el Firth of Thames, un estuario clave para aves playeras, mientras Japón ve desaparecer los arrozales de Tokio, por el crecimiento urbano cuasi infinito. En medio de todo esto la extinción hace su trabajo en silencio. Por todos lados parece que andamos con afán destructivo, que le llamamos desarrollo y crecimiento.

En las regiones polares y latitudes extremas, los humedales son guardianes del clima global. Estos ecosistemas, frágiles y remotos, son termómetros del planeta: su degradación no es sólo una pérdida local, sino una alarma que resuena en cada dirección de la rosa de los vientos del planeta. Si los humedales polares caen, el colapso climático será sencillamente arrollador.

Proteger los humedales del planeta no es un acto de romanticismo ecológico, sino de lucidez existencial. La verdadera amenaza existencial de los pueblos del mundo, no son las armas avanzadas de unos, si no la destrucción ecológica del planeta. En las aguas quietas de los humedales late el equilibrio climático, en sus raíces se esconde la medicina del mañana, en sus lodos se escriben las crónicas de civilizaciones pasadas. Si adoramos la vida, no podemos financiar la destrucción de los humedales. La esperanza, sin embargo, persiste en proyectos de restauración, en leyes que se endurecen, en comunidades que defienden sus lagunas como santuarios. Los humedales son la última frontera entre un planeta habitable y el caos. Su destino no es una casualidad, sino una elección. Y en esa elección, nos jugamos todo.

En el Día Mundial de los Humedales 2025 con el lema: “Proteger los humedales para nuestro futuro común”, invita a realizar acciones colectivas concretas a fin de conservar los humedales como ecosistemas fundamentales para un planeta sostenible. ¡Manos a la obra!

El autor es Presidente de Proyecto Primates Panamá