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Obituario a la Dra. Jane Goodall

En homenaje a la Dra. Jane Goodall (1934–2025)

Ariel Rodríguez-Vargas /Proyecto Primates Panamá

El mundo ha perdido una luz, pero su eco resuena hoy más fuerte que nunca. Con el corazón sobrecogido y una gratitud infinita, nos unimos al duelo global para honrar la vida de una de las figuras más revolucionarias de la historia de la Antropología y la Educación Ambiental, la Dra. Jane Goodall.

Jane Goodall en Gombe, Tanzania.

Jane no fue simplemente una primatóloga; fue la visionaria que nos enseñó a ver. Antes de ella, la ciencia observaba a los animales a través de un cristal de fría distancia. Ella, en cambio, se sentó en el suelo del bosque de Gombe con una humildad radical y una paciencia infinita. Al hacerlo, derribó las barreras que nos separaban. No solo descubrió que los chimpancés fabrican herramientas; nos reveló que son individuos con personalidades, que tejen lazos de amor, sienten el dolor de la pérdida y construyen culturas complejas. En la aparente sencillez de su método, el observar con el corazón abierto, residió su genio. Con ello le devolvió la voz a quienes no la tienen y cambió para siempre los cimientos de la ciencia y la ética.

Pero su revolución no se detuvo en los bosques de Tanzania. La Dra. Goodall comprendió una verdad fundamental, y es que la conservación no puede existir en el vacío. Entendió que la protección de la vida silvestre está inseparablemente ligada a la justicia social, la educación y, sobre todo, a la esperanza. De esa convicción nació Roots & Shoots (Raíces y Brotes), un movimiento global que sembró en millones de jóvenes la certeza de que el cambio es posible. Nos legó una de sus lecciones más poderosas, esa empatía no es una simple emoción, es una herramienta tan rigurosa y necesaria como cualquier método científico, y cada individuo, sin importar cuán pequeño sea, tiene un papel decisivo en el destino del planeta.

No solo descubrió que los chimpancés fabrican herramientas; nos reveló que son individuos con personalidades, que tejen lazos de amor, sienten el dolor de la pérdida y construyen culturas complejas. En la aparente sencillez de su método, el observar con el corazón abierto, residió su genio. Con ello le devolvió la voz a quienes no la tienen y cambió para siempre los cimientos de la ciencia y la ética.

Desde Panamá con dos oceános y un corredor biológico terrestre biodiverso que une a las Américas y hogar de especies tan vulnerables como el mono araña colorado, el mono aullador de Azuero y Coiba, el mono tití chiricano, su legado resuena con una urgencia particular. En este istmo, donde la biodiversidad es nuestra mayor riqueza y nuestra más grande responsabilidad, su mensaje nos interpela directamente. Honramos su memoria reafirmando nuestro compromiso inquebrantable; esto incluye investigar con un rigor que nunca olvide la ética, conservar de la mano de las comunidades locales y educar con la misma fe inagotable que ella depositó en las futuras generaciones.

Su vida fue el faro que iluminó la oscuridad de nuestra ignorancia. Su voz, el puente que unió especies. Su ejemplo, la brújula moral para todos los que creemos que un mundo más justo y compasivo no solo es posible, sino urgente.

Que su espíritu perviva en cada científico que une la conciencia al conocimiento, en cada guardaparque que custodia su territorio con valentía, en cada niño que planta un árbol y siente la tierra en sus manos, y en cada primate que se balancea libre entre las ramas, ajeno al hecho de que su libertad es, en parte, gracias a la chispa de empatía que ella encendió en el alma humana.

Gracias, Dra. Jane. Buen viaje. Por un planeta para todos, seguiremos su ejemplo y legado al mundo. Buen viaje, ha emprendido el viaje infinito, pero su sabiduría permanecerá con nosotros.

1 de octubre de 2025.
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Publicado originalmente en La Estrella de Panamá, 2 de octubre de 2025. Ver aquí.

Jane Goodall, una científica que inspira

Laura Patiño Cano

Desde mi infancia, cuando me preguntaban a quién admiraba, mi mente se dirigía hacia figuras eminentes de la ciencia como Albert Einstein. Esta fascinación evolucionó durante mis años universitarios cuando me especialicé en Química, momento en el que mi admiración se centró en Marie Curie por sus valiosas contribuciones tanto a esta disciplina como a la Física. Sin embargo, fue mi posterior inmersión en temas ambientales, a través de mi trabajo en la organización Proyecto Primates Panamá, lo que me llevó a descubrir a una figura excepcional cuyo impacto trasciende el ámbito científico para abrazar también lo humanístico, transformando el mundo e inspirando a innumerables individuos a proteger nuestro planeta. Me refiero, sin duda alguna, a la antropóloga y zoóloga británica Jane Goodall, cuya trayectoria y legado inspiran al mundo para proteger la naturaleza.

Desde una edad temprana, Jane tuvo clara su vocación: el estudio de los animales. Es ampliamente conocida la anécdota del regalo que recibió de su padre a los dos años: un chimpancé de juguete llamado Jubilee, que de inmediato conquistó su afecto y que, hasta el día de hoy, ocupa un lugar en su hogar en Inglaterra. Jane abrazó su pasión, lo que la llevó a enfrentar desafíos inimaginables para una mujer de su época, como embarcarse en estudios de Antropología en África y luego realizar sus famosos estudios sobre el comportamiento de los chimpancés. Aunque sus hallazgos científicos son de indudable importancia, su mayor logro ha sido demostrar, a través de sus observaciones de primates, que la conservación efectiva requiere de un enfoque integral que incluya consideraciones sociales y ambientales.

Jane Goodall cuando iniciaba sus estudios con chimpancés en Gombe y luego como una lidereza de fama mundial.

En 1977, Jane Goodall fundó el Instituto que lleva su nombre, con el fin de apoyar investigaciones en África y, sobre todo, preservar a los chimpancés mejorando sus condiciones de vida. Posteriormente, en 1991, creó el programa global para adolescentes «Brotes y Raíces», con el propósito de enseñar a los jóvenes a valorar los ecosistemas y respetar todas las formas de vida. Este programa educativo del Instituto Jane Goodall cuenta hoy día con cerca de 700,000 miembros en más de 50 países.

Al celebrar el pasado 3 de abril su nonagésimo aniversario, es evidente que la vida de Jane Goodall es un testimonio de entrega, trabajo, coraje, dedicación y pasión por la protección del medio ambiente. Su legado va más allá de los límites de la ciencia y la conservación, inspirando a generaciones enteras a colaborar en la construcción de un futuro más sostenible y compasivo para nuestro planeta. ¡Que viva Jane Goodall, una verdadera heroína de nuestro tiempo!