Jane Goodall, una científica que inspira

Laura Patiño Cano

Desde mi infancia, cuando me preguntaban a quién admiraba, mi mente se dirigía hacia figuras eminentes de la ciencia como Albert Einstein. Esta fascinación evolucionó durante mis años universitarios cuando me especialicé en Química, momento en el que mi admiración se centró en Marie Curie por sus valiosas contribuciones tanto a esta disciplina como a la Física. Sin embargo, fue mi posterior inmersión en temas ambientales, a través de mi trabajo en la organización Proyecto Primates Panamá, lo que me llevó a descubrir a una figura excepcional cuyo impacto trasciende el ámbito científico para abrazar también lo humanístico, transformando el mundo e inspirando a innumerables individuos a proteger nuestro planeta. Me refiero, sin duda alguna, a la antropóloga y zoóloga británica Jane Goodall, cuya trayectoria y legado inspiran al mundo para proteger la naturaleza.

Desde una edad temprana, Jane tuvo clara su vocación: el estudio de los animales. Es ampliamente conocida la anécdota del regalo que recibió de su padre a los dos años: un chimpancé de juguete llamado Jubilee, que de inmediato conquistó su afecto y que, hasta el día de hoy, ocupa un lugar en su hogar en Inglaterra. Jane abrazó su pasión, lo que la llevó a enfrentar desafíos inimaginables para una mujer de su época, como embarcarse en estudios de Antropología en África y luego realizar sus famosos estudios sobre el comportamiento de los chimpancés. Aunque sus hallazgos científicos son de indudable importancia, su mayor logro ha sido demostrar, a través de sus observaciones de primates, que la conservación efectiva requiere de un enfoque integral que incluya consideraciones sociales y ambientales.

Jane Goodall cuando iniciaba sus estudios con chimpancés en Gombe y luego como una lidereza de fama mundial.

En 1977, Jane Goodall fundó el Instituto que lleva su nombre, con el fin de apoyar investigaciones en África y, sobre todo, preservar a los chimpancés mejorando sus condiciones de vida. Posteriormente, en 1991, creó el programa global para adolescentes «Brotes y Raíces», con el propósito de enseñar a los jóvenes a valorar los ecosistemas y respetar todas las formas de vida. Este programa educativo del Instituto Jane Goodall cuenta hoy día con cerca de 700,000 miembros en más de 50 países.

Al celebrar el pasado 3 de abril su nonagésimo aniversario, es evidente que la vida de Jane Goodall es un testimonio de entrega, trabajo, coraje, dedicación y pasión por la protección del medio ambiente. Su legado va más allá de los límites de la ciencia y la conservación, inspirando a generaciones enteras a colaborar en la construcción de un futuro más sostenible y compasivo para nuestro planeta. ¡Que viva Jane Goodall, una verdadera heroína de nuestro tiempo!