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Educación para una nueva cultura ambiental

Educación para una nueva cultura ambiental

Ariel Rodríguez Vargas

La “Primavera Silenciosa” fue un libro publicado en el otoño de 1962 por Raquel Carlson. Fue la primera campanada desde la academia y la literatura acerca de la contaminación y el envenenamiento del planeta por los plaguicidas y otros venenos usados en la producción agrícola. Ella sabía que una de esas substancias era el DDT. Ella notó posiblemente en la primavera de ese año, que los campos verdes estaban en silencio, no se escuchaban ni a los insectos, ni a las aves, sólo silencio. La vida silvestre estaba envenenada o muerta producto del abuso del uso de plaguicidas. La letra de ese libro revolucionó por su espíritu de docencia ambiental a todo aquel que lo leyó. Fue una cátedra ambiental para despertarnos. Fue un libro de educación ambiental para todos.

No yendo muy lejos, en Panamá en la década de 1970, era normal fumigar todas las casas de las ciudades y campos con DDT para “matar” los insectos y artrópodos “peligrosos”. No había ni conocimiento, ni conciencia que en realidad el DDT era un plaguicida persistente muy peligroso. Un veneno hoy prohibido en todo el mundo por sus efectos letales, incluso en el humano. Faltó cultura ambiental para evitar esto. Faltó educación ambiental que nos alertara de ello.

Cuando en una sociedad gran parte de los ciudadanos sus maestros, profesores, dirigentes y gobernantes no atienden la dimensión ambiental en cada acción que hacemos, es evidente que carecemos de algo elemental en nuestra formación: la cultura ambiental. Esta cultura no nace espontáneamente. Debe ser forjada de diversas maneras y enfoques. Esta cultura nace de una educación ambiental que debe darse de manera paralela y transversal en la educación formal desde los jardines de infancia hasta la universidad. Luego debe ser reforzada con la educación ambiental comunitaria. Igualmente el ciudadano debe recibir educación ambiental no formal en las empresas, organizaciones e instituciones y educación ambiental informal permanente de manera colectiva para aprender, robustecer la conciencia, tomar decisiones sabias y hacer acciones concretas para intervenir de manera positiva en el ambiente. No olvidar nunca que nuestra vida depende de ese medio ambiente.

¿Quiénes están obligados a enseñar educación ambiental? De manera informal todos debemos hacerlo. Nuestros niños deben crecer inmersos en una cultura ambiental desde el hogar. De manera formal, el sistema educativo debe ser el medio clave para lograr que el individuo desde la infancia interiorice la conciencia ambiental en su quehacer diario. Es lo mismo que aprender a leer o escribir. Es una herramienta vital para el ciudadano. La educación ambiental alfabetiza con la comprensión plena de la dimensión ambiental de cómo se relaciona con nuestras vidas en todos los niveles, hasta el nivel global. Esta educación debe hacernos conscientes que somos parte del ambiente y no podemos sustraernos de él. Si lo vemos ajeno a nuestras vidas diarias, no nos daremos cuenta de su importancia vital y absolutamente imprescindible en lo que conocemos como vida.

Si el hombre como especie no ha colonizado la Luna o el planeta Marte es porque allá no existe el ambiente completo que hace que la vida sea posible como existe en la tierra. Un ser vivo necesita un ambiente físico y ecológico sano para vivir en este planeta. Cuando esas condiciones se destruyen se puede llegar a un punto de no retorno y eso no es sabio, ni es ético. El humano debe usar todo su inteligencia y sabiduría para restaurar gran parte de los daños que hemos causado. Nunca un principio de economía per se debe empujar a la destrucción o el uso abusivo de los recursos del planeta.

Rachel Carson - Wikipedia

Nunca olvidemos que ser un ciudadano, ambientalmente responsable, no hace más fraternos y humanistas, ya que así siempre estaremos alertas de si estamos malgastando, mal usando, destruyendo, contaminando o arrasando el planeta con nuestras acciones cotidianas. Si no somos conscientes de nuestra huella ecológica es hora de despertar de nuestra comodidad de la inacción.

Despertemos y actuemos, enseñemos a la sociedad qué es lo bueno y qué es lo malo contra el ambiente. Seamos responsables. Seamos como Raquel Carlson, una persona que con su conocimiento del momento y su habilidad en escribir, nos enseñó en prosa literaria y con un mensaje llamativo, lo que ella visualizó sobre la dimensión ambiental. Ella despertó a toda una generación y ello fue vital para iniciar a escala global la carrera por la protección del planeta. La jornada sigue larga, pero cada generación debe sumar energías a ese esfuerzo común.

Raquel Carlson con su libro hizo educación ambiental informal y de ello todos estamos profundamente agradecidos y debemos seguir su ejemplo. Tenemos que despertar conciencia y mantener esa llama de responsabilidad en las nuevas generaciones. No desmayemos. Adelante con nuestro buen ejemplo y toda la energía que podamos hacia ese noble y estratégico objetivo.

Que el 26 de enero que es el Día Mundial de la Educación Ambiental, sea un recorderis de lo que debemos promover a diario en nuestras vidas y con las personas e instituciones en la que somos responsables para crear conciencia individual y colectiva acerca del cuidado y conservación del medio ambiente, físico y ecológico.

Desarrollemos metas, objetivos y directrices claras para elevar el nivel de la cultura ambiental de todos. No podemos dejar de hacerlo. Juntos se puede proteger el planeta Tierra por el bien de todos.

El autor es Director de Proyecto Primates Panamá y académico de la Universidad de Panamá

Publicado originalmente en La Estrella de Panamá el 26 de enero de 2023